

Poco a poco se acerca la Navidad de este año, y venimos caminando en la preparación para vivirla de la mejor manera. Organizando nuestras casas, los regalos, las cenas y demás tradiciones de este tiempo.
Pero… quisiera que en estos días que llamamos ferias privilegiadas, nos preguntáramos muy seriamente si en verdad estamos preparando nuestro corazón para que allí nazca Jesús.
Es por esto que hoy te invito a ver el siguiente corto animado de Erste Groupo, una caja de ahorros que ha querido compartir su comercial navideño inspirado en el mañana.
«Creer en el mañana»
Es muy interesante la invitación que hace el corto animado. #Believeintomorrow nos ofrece una gran reflexión en apenas dos minutos.
Meditar en esta frase no es solamente pensar en el futuro, sino también reflexionar acerca de cómo son esos días que van pasando, qué retos plantean y qué aprendizajes dejan.
Es absolutamente necesario que cada día caminemos hacia nuestro propósito de vida, que básicamente es buscar estar más cerca de Dios.
Sin esfuerzo… ¿habrá futuro?
Cuando tenemos una mentalidad con miras al mañana, (atención, sin olvidar nunca el presente), podemos comenzar a pensar en que también es el mañana común, lo que nos hace responsables los unos de los otros.
El corto nos quiere hacer más conscientes del futuro ecológico, del que nos compete a todos. Pensando en la protección del medio ambiente, la conservación de la naturaleza y del mundo.
Y aunque es un tema sumamente importante, la pequeña historia que veremos a continuación también debería impulsarnos a pensar en cómo nos estamos dirigiendo en estas navidades a Jesús.
A su reino, su amor y su presencia. ¿Planeo un futuro a su lado?, cuando pienso a largo plazo ¿incluyo a Dios en mis planes?, ¿cuento con Él en todo momento?
Creer en el mañana implica creer en el amor
San Agustín decía que quien ama, de manera ordenada, puede hacer lo que quiera… Y en el tiempo de Adviento que vivimos, tenemos la grandiosa oportunidad de hacer un examen de conciencia acerca de nuestra manera de amar.
¿Cómo, a qué o a quiénes estamos amando?, ¿qué tan sincero es ese amor que decimos tener? Y más importante aún, ¿nos sentimos amados?
Pensemos por un momento en qué tan conscientes somos de ser criaturas creadas por, para y en el amor. Cuando no nos sentimos verdaderamente amados, hacerlo se convierte en un reto bastante grande.
Bien decía san Juan de la Cruz: «Amor con amor se paga», es decir, quien es amado, ama.
En la Navidad el amor (Jesús) se hace pequeño, se hace hombre, para amarnos hasta el extremo. Es por esto que festejar estos días significa vivir la plenitud del amor.
El pesebre de nuestro corazón debe estar adornado con los gestos más sinceros de bondad y caridad, solo así es posible que el Amado haga cuna en nosotros.
Creer en el amor conlleva a creer en la Navidad
«La Navidad es como la aurora que anuncia la Resurrección», así definía Benedicto XVI este hermoso misterio. Creer en la Navidad es caminar en la fe sobre nuestra salvación.
No solo es meditar en la Encarnación, que es también importante y necesario, es contemplar que quien nos ama con amor eterno, también nos ama hasta el extremo más inimaginable de todos.
La Encarnación del Hijo de Dios es el puente por el cual nuestra relación cara a cara con el Padre, se ha restablecido. Pues quien ve a Jesús ve al Padre, este es el punto más grande que recorre la historia del hombre desde que ha salido del paraíso:
Contemplar el rostro de Dios, los mismos salmos nos lo recuerdan: «Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré oh Dios» (Salmo 27,8).
El nacimiento de Jesús fortalece y certifica nuestra esperanza de comunión con Dios, de unión entre el amado y el Amor.
Es por esto que lo importante en la celebración de Navidad es que comprendamos que más que dar detalles, preparar cenas y fiestas… Lo fundamental es contemplar y celebrar la presencia del Niño de Belén.
Recordemos siempre que siendo el más grande, se hizo el más pequeño con tal de caber en nuestros brazos para ser abrazado con amor.
Quiero invitarte a que en esta Navidad, regalemos algo que nos traiga alegría a todos: un futuro mejor, un mañana lleno de la vivencia del verdadero amor.
¡Qué en esta Navidad, nos desborde la plenitud del auténtico amor y que en tus planes de futuro siempre esté Dios!
¡Qué el Señor te bendiga, nos vemos en la oración!
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