

La primera vez que vi este comercial, los ojos se me llenaron de lágrimas. La segunda vez que lo vi sentí muchísima rabia, pero la tercera vez que lo vi me dio alegría. Es un comercial de la Fundación Tony Hudgell, que tiene como título «Espíritu Luchador» y creo que puede darnos varias lecciones; entre ellas, lo que es la resiliencia.
Míralo y me dices qué has sentido cuando lo veas en los comentarios.
Si lo has visto entiendes las razones por las que me dio tristeza y rabia, pero me imagino que te estarás preguntando por qué sentí alegría. A continuación te hablo de ellas.
La resiliencia y el espíritu de lucha
Bueno, el comercial nos muestra una historia de vida difícil, es verdad, nadie lo puede negar. Pero a pesar de las dificultades, vemos a un niño que ha triunfado sobre las diferentes y duras batallas que la maldad de algunas personas lo llevaron a vivir.
Un pequeño niño que, es obvio, no se merece la situación que está viviendo, no lo eligió y estoy segura de que Dios no lo deseó. Nos está enseñando lo que hemos escuchado como «resiliencia»; que podemos salir adelante aún en las más grandes adversidades.
Me ha sobrecogido ver la fuerza del carácter, las palabras que pronuncia que no son de odio o de resentimiento, sino de una fortaleza interior que a los ojos humanos puede ser absolutamente inexplicable.
Él cuenta que su mamá (adoptiva) le dice que él está en este mundo por una razón. Yo creo que muchas personas están en el mundo para revelar la grandeza de Dios a través de sus vidas, de su fortaleza.
Las personas, todas, nos enseñan cosas, pero hay personas, que de manera especial despiertan la solidaridad, la fraternidad, el deseo de ayudar y de amar. Hay personas que nos cuestionan, que nos invitan —con su sola presencia e historia de vida— a reflexionar sobre lo que hacemos cada uno con todas las cualidades, dones y carismas que Dios nos ha dado.
Este niño me ha enseñado que la fortaleza interior nos ayuda a superar hasta los desafíos más difíciles.
Tony ha sufrido el odio, la violencia de una manera inexplicable y ha luchado, contra todo pronóstico, para mostrarnos que no estamos determinados por lo que hacen los demás, sino por lo que nosotros decidimos hacer con lo que nos ha tocado.
La resiliencia también nos enseña: no estamos determinados por el mal que hacen los demás
Al ver el comercial se me llenaron los ojos de lágrimas cuándo vi a Tony, este pequeño niño caerse una y otra vez. Pero cuando puse atención a lo que decía sonreí. Afirmó con resiliencia y una voz sincera: «los médicos se equivocaron con el pronóstico que me dieron».
Los médicos, después de ver las heridas causadas, pensaron que no iba a caminar ni a hablar. En el comercial lo vemos haciendo ambas cosas.
Un detalle que me conmovió fue ver cómo lo ayudaron a ponerse las piernas que le construyeron. Vi que aunque no estamos determinados por el mal que hacen las personas o por el mal que nos ha tocado vivir, si nos determina el amor que recibimos y el amor que damos.
El amor que recibe Tony y la ayuda de sus padres adoptivos es lo que lo ha ayudado a superar el mal y el odio recibido.
Nosotros elegimos qué hacer
Esto es algo que le repito a mis estudiantes constantemente: «ustedes son los que deciden qué hacer con lo que tienen, con lo que se les presenta».
Siempre podemos elegir entre amar u odiar, entre perdonar o resentir, entre creer o no creer. Así estamos configurados, pero recuerda, ¡cada elección que tomes viene con sus consecuencias!
Si eliges amar serás amado, vivirás la paz del amor. Te llenarás de la fuerza transformadora del amor y las consecuencias del amor son siempre más y más amor.
Si eliges odiar te construirás las barreras del odio, vivirás en la oscuridad del dolor. Es la consecuencia de dejarse llenar del odio y el resentimiento.
Hay personas maravillosas que me hacen creer en la humanidad
Finalmente, me quiero quedar con los padres que libremente han elegido cuidar, proteger y amar a Tony. Unos padres que no tienen nada que ganar —esto a los ojos del mundo—. Adoptar a un niño que ha sufrido tanto me parece heroico.
Creo que hay personas a las que Dios llama a hacer cosas que parecen fuera de esta tierra. Él les llama a cuidar enfermos, a enseñar a los jóvenes, a dar la vida por los demás. Lo bueno es que nos da la gracia para cada una de las tareas que nos encomienda.
Así que, ábrele el corazón a Dios. Dile que sí a todo lo que te llame. Acuérdate de que Él estará contigo y siempre te dará mucho más de lo que te mereces y de lo que necesites.
No tengas miedo a amar y recibe su amor que se desborda cada vez que le abres la puerta en la oración.
Es un ejemplo de lo que se puede lograr, si existe la buena voluntad de ayudar, sin importar si se logran o no los objetivos. Dios es quien actúa en las personas que tienen la virtud de ayudar sin importar lo que venga en el futuro, pero los frutos del trabajo a veces son maravillosos.
Muchas veces necesitamos más de estas personas con grandes corazones que dan sin medida…