Luego de un episodio de tristeza profunda, incluso de una depresión queda a veces una nostalgia que nos acompaña permanentemente. Vemos la tristeza como un peligro del que hay que huir como sea. Pero lo que a veces olvidamos es que las emociones, cada una, cumple un papel insustituible en nuestras vidas.

Por eso te queremos compartir una pequeña carta de alguien que pasó por una tristeza profunda y hoy agradece lo aprendido. Seguro te será de mucha ayuda si estás pasando por lo mismo, o si has experimentado una tristeza similar:

Querida tristeza:

«Quiero darte las gracias por el tiempo que pasamos juntas. Por esas lagrimas derramadas que me hicieron entender mejor las cosas. Que me recordaron que amo profundamente.

Gracias por ese dolor que padecimos juntas, por cosas que creímos no valían la pena. Y que al final, sí. Porque todos lo valen. Ahora que te has ido, entiendo cuánto bien has dejado en mi vida. Por ti, cada atardecer es más bello que nunca.

Querida tristeza, el dolor no es en vano. Tú no eras la culpable de mis penas, era el vacío. Esa sensación de no tener nada adentro. De querer desesperadamente estar llena de algo, lo que sea para no sentirme frágil, como un cascarón hueco.

Tristeza: cómo aprender a soltarla para seguir adelante

Tantas lágrimas han caído porque ningún relleno era permanente. Atravesaban mi piel y mi alma como coladera. Nada quedaba, solo el vacío. Y yo te echaba la culpa. Y tú, tú gritabas y llorabas y dolías para que yo despertara.

Tristeza. Tus esfuerzos no han sido en vano. Emoción mía, sentimiento hondo. Miserable he sido al sentirte y tonta al no querer abrazarte y entenderte. Tantos años hablando a sollozos. Finalmente te he escuchado.

Ahora que ya no estamos juntas y a ratos apareces tímidamente detrás de la puerta sintiéndote abandonada, ven. Dame un abrazo melancólico que me recuerde lo que hemos pasado juntas. Para que no se me olvide lo importante que eres, para que pueda reconocerte de nuevo. Para que sepa que cuando llegas, hay algo que necesita ser escuchado, reconocido, perdonado.

Tristeza: cómo aprender a soltarla para seguir adelante

Tristeza por fin ha acabado, me has enseñado a amar, a amarme. A descubrir todo lo que me ha sido dado y yo ignoraba. Grandeza celeste. Presente constante. Querida tristeza regresa, pero aún no. Todavía, más tarde».

«El dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor, el dolor es su megáfono para despertar a un mundo sordo». (C.S. Lewis)