novia solo

Te propongo la siguiente situación imaginaria. Advierto que esto es pura ciencia ficción y nunca ha ocurrido en la vida real, por lo tanto dudo de que te sientas identificado. Solo sígueme la corriente: Tus padres salieron de compras y sabes que van a regresar en un par de horas, tu novia va de camino a tu casa y sabes que van a estar los dos solos sin que nadie los moleste. Ambos participan del grupo de la iglesia, conocen de Dios, de la fe, de la moral y de la doctrina católica. Al mismo tiempo ambos se gustan mucho, las hormonas revolotean al punto de ebullición. Hace tiempo no tenían tiempo para los dos, tiempo de intimidad y paz, tiempo donde pudieran estar tranquilos y sin nadie cerca. Casi como un tiempo de retiro espiritual, pero con tu novia. ¿Cómo sigues siendo católico sin morir en el intento? ¿Cómo sigues amando a tu novia sin dejar de vivir tu fe? ¿Cómo compatibilizar lo que hay en tu cabeza y corazón, con lo que hay en tus tripas?

Te cuento como lo hice yo.

Junto a Natalia, mi esposa, estuvimos de pololos (así les decimos en Chile a las parejas de novios), durante casi 10 años. Los primeros 4 años fueron antes de Cristo, luego un año en que ambos nos acercamos por separado a comunidades de Iglesia viviendo nuestros procesos de conversión en paralelo y por separado, y finalmente 5 años de pololeo (noviazgo) con Cristo. Ya llevamos 3 años y medio de casados y tenemos un pequeño hijo.

Por lo tanto sabemos en carne propia lo fuerte que es la tensión sexual cuando estas junto a quien amas, quien te gusta y quien te provoca todas esas mariposas dando vueltas por todos lados. La propuesta no es hacer como si nada sucediera, sino asumir que esta es una realidad, incluso dentro de “catolicolandia”. Por lo tanto tenemos que armarnos de las estrategias necesarias para salir ilesos nosotros y luego ayudar a aquellos a quienes acompañamos en nuestro apostolado.

Sinceramente creo que nos funcionó. No es una receta ni tampoco un método, es mi testimonio y quizás a ti también te funcione. Por sobre todo espero que tú agregues más consejos, más formas de salir vivo de estas situaciones. Tu testimonio de compromiso, fidelidad y castidad serán el mejor artículo que se pueda escribir y que alguien pueda leer. ¡Ánimo!

 1¿Qué buscas? ¿Qué encuentras?

Buscas ternura, cariño, compañía, comprensión, aceptación, un tiempo de contención y amor. Para expresar eso utilizas tus caricias, abrazos, besos, tus palabras amorosas y tus gestos de expresión afectiva. ¿Qué encuentras del otro lado? ¿qué le ocurre al otro(a) cuando lo besas, acaricias, le dices que le amas? Te lo planteo tal y como me lo plantearon una vez a mí: si buscas cariño, afectividad y contención y encuentras fogosidad, pasión desmedida, hormonas descontroladas y unas manos locas, entonces o estás buscando mal, o estás haciendo como que buscas una cosa cuando en realidad quieres encontrar otra. Pregúntate qué buscas y qué encuentras. Sé sincero en eso contigo, con tu pareja y, sobre todo, con Dios.

2Que nada te avergüence

Una vez dando una charla sobre el noviazgo a un grupo jóvenes me preguntaron hasta donde pueden llegar las manos. ¡Obviamente me reí! Ni la Biblia ni el Catecismo tienen un mapa del cuerpo donde se establezcan límites geográficos que deban ser respetados. Por lo tanto la respuesta es un poco relativa, aunque a modo personal lo resolví de la siguiente forma: “que nada me avergüence” (esto funciona solo asumiendo que no eres un desvergonzado que todo te da lo mismo).

Estas en la sala junto a tus padres y hermanos abrazando a tu novia mientras ambos están sentados en el sofá. ¿Cómo la abrazas y la besas? ¿Dónde la tocas? ¿Cómo te relacionas con ella? Eso que haces ahí, frente a aquellos que son tu círculo más cercano, es lo mismo que “moralmente” podrías permitirte cuando ambos están solos. Pues, ¿cuál es la diferencia? Si puedes hacerlo en público frente a los que te aman y amas, entonces puedes hacerlo en privado. Si solo puedes hacerlo en privado, pero te da pudor hacerlo en público, entonces quizá no está del todo bien.  Recuerda que aún no son esposos, que aún no consagran su amor, que están aprendiendo a amar y descubriéndose mutuamente en el noviazgo.

Obviamente esto solo se aplica para los novios. Los esposos no se avergüenzan, pero todos sabemos que su intimidad es íntima, no necesitan exponerse, y eso es harina de otro costal.

3Incorporar a Dios en tu relación es una buena idea

¡Recen juntos!  Si eres capaz de incorporar a Dios en tu relación y que ambos compartan y vivan la fe, será mucho más fácil poder enfrentar y salir victoriosos de la tentación. Aunque el otro no esté muy de acuerdo, ya que fuiste tú quien está leyendo este artículo, no podrás hacerte el desentendido ¡Vamos sé valiente! Incorporar a Dios no es solo tener un “pasatiempo” que los distraiga mientras están solos, sino que los tres juntos (tu, tu novia/o y Dios) harán un excelente equipo para salir vencedores.

Como testimonio personal creo que en nuestros años de noviazgo logré conocer profundamente el corazón de mi esposa.  La oración juntos, el servicio a Dios juntos, el pasar tiempo juntos abriendo nuestras almas, es mucho más enriquecedor que abrir nuestras ropas.  El tiempo de los dos junto a Dios es una inversión, no un gasto. Te animo a que cambies el rubro, que ese tiempo de intimidad juntos no se convierta inmediatamente en un tiempo de afectividad sexual: Dios nos ha creado mucho mas integrales y nuestras relaciones afectivas tienen muchas más áreas que desarrollar que la sexual. Ya habrá tiempo para ello.

4. Ambos somos responsables

Estoy seguro de que sabes cómo provocar que le pasen cositas en la panza. Que sabes que ropa te queda mejor y le gusta más, que sabes en qué lugares le dan cosquillas. No se lo hagas más difícil, ya le cuesta mantener todo bajo control y tú eres una tentación muy grande. ¡Ayúdense mutuamente y no se hagan tropezar!

“Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, mas le valdría que le ataran una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar”. (Mateo 18, 6).

5. ¡Huye! ¡Huye por tu vida!

Pretender salir ileso luego de una tarde solos en casa sin supervisión de tus padres, de tus hermanos o familiares, es un poco iluso, sobre todo si tu fuerza de voluntad es frágil como la mía. Ir a la pelea contra la tentación siempre es una mala opción, y las posibilidades de victoria son pocas. La mejor opción no es enfrentar la tentación, sino evitarla. Si es necesario, ¡huye! ¡huye por tu vida! Es bueno pensar bien sus planes juntos, eviten caer en tentación.

“Huye del pecado como de una serpiente, porque si te acercas, te morderá”. (Eclesiástico 21, 2a)

“Huye de los impulsos apasionados de la juventud”. (2 Tim 2, 22a)

Estos cinco consejos son parte de lo que a mí me tocó vivir. Te soy sincero, aunque mi intención por vivirlos y hacer de estas ideas mi hoja de ruta fue sincera, muchas veces nos salimos del camino y no logramos más que quedarnos en las buenas intenciones. Dios cuenta con que de vez en cuando vamos a fallar (no te aproveches de eso), pero es importante entender que caer también es una realidad.

Cómo levantarse de esas caídas, volver a mirar a tu novia a los ojos y, sobre todo, seguir siendo testimonio, serán materia de otro artículo, así que espero tus comentarios e ideas sobre: ¿qué hacer si he caído y cómo volver a levantarme?


Los dejo con un último pensamiento:

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Todas las imágenes fueron tomadas de @PhotoDC