

Covadonga Sanz sufrió un accidente 5 años atrás que dejó secuelas graves en su vida, pero ni el dolor ni el sufrimiento son el punto central de este video ni de su vida. Definitivamente, a raíz de lo que le sucedió, todo dio un giro porque ahora ella entiende que ha tenido una segunda oportunidad para vivir.
Cova es el ejemplo perfecto de la esperanza. Mientras a nuestros ojos ella es la víctima de un accidente, una persona con una discapacidad a la que tendríamos que tenerle lástima; ella es en realidad, una mujer llena de vida, que toma riesgos, que trabaja por superarse a diario y que no sabe de limitaciones sino de metas. Tiene como principal arma a su voluntad: «esa que nada ni nadie nos puede quitar» y que la ha llevado a tomar la decisión de ser feliz, como dice ella: «¿cómo no voy a aprovechar cada minuto?».
En un mundo donde el dolor es evitado a toda costa y en que el concepto de felicidad está relacionado a «lo bien que la pasas», nos olvidamos de que para crecer e incluso para alcanzar la santidad, el camino que pasa por la Cruz es inevitable y hasta necesario. Aunque las heridas físicas y emocionales son normales a lo largo de nuestras vidas, lo que debe diferenciarnos como cristianos es esa capacidad de encontrarle sentido sobrenatural al dolor y verlo como una lección para construir mejor nuestras vidas. Como dice Irene, amiga de Cova: «¿sabes qué me hubiera gustado más que nada? Haberme caído más veces y haberme caído más fuerte». San Josemaría, en su libro Amigos de Dios, afirma que: «Solo son posibles dos modos de vivir en la tierra: o se vive vida sobrenatural, o vida animal. Y tú y yo no podemos vivir más que la vida de Dios, la vida sobrenatural».
La decisión de Cova de amar cada instante no ha sido tomada a la ligera, es consciente y libre, porque entiende que podemos convertir nuestras fragilidades en fortalezas y que, si bien es un camino duro, la recompensa es inigualable. Cova no quiere esperar al cielo para ver los frutos, sino que los ha empezado a cosechar desde la tierra. Ella va a contracorriente en una sociedad que nos convence de vivir momentos intensos pero efímeros, que nos hace lamentar porque no lo tenemos todo. Pero Cova logra personificar la verdadera libertad, esa capacidad de elegir el bien como la explica San Agustín, porque como ella dice «no hace falta tenerlo todo» y «nos faltan cosas, pero tenemos otras muchas».
Es verdad que no es sencillo apartarnos de aquello que el mundo nos muestra como solución, de sus lógicas utilitaristas y consumistas, que es más fácil ver el foco y perder de vista la luz… Pero no esperemos a que pase algo grave para entender las lógicas de Dios que superan todo esto, no nos desviemos de lo fundamental, seamos libres para escoger ser artesanos de la construcción de un reino que no se agota y de una alegría que depende de un Dios que nunca se va.
Les dejo unas palabras del Evangelio para reflexionar: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?» (Mt 16,26).
Pidámosle al Espíritu Santo que derrame sobre nosotros sus dones y seamos capaces de ver sus frutos para poder entender nuestra misión de una mejor manera.
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