El examen de conciencia también ha sido desde hace siglos un componente esencial del plan de vida espiritual. De igual forma que los que quieren saber si adelantan o retroceden tienen que sentarse a pensar cómo van las cosas, esta pequeña práctica de piedad es fundamental para que el plan de vida tenga vitalidad y sobre todo para que sea eficaz.

San Josemaría hablaba así del Examen: «Labor diaria. Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?»

Santificación, tarea para toda la vida

Todos hemos tenido pequeñas conversiones a lo largo de la vida, tal vez algunas más grandes, pero sobretodo conversiones pequeñas. Esas que son cosa de un instante, mientras que la santificación es tarea para toda la vida. Dios ha puesto en nuestras almas la semilla de la santidad y quiere verla crecer y que se manifieste en obras.

Por eso, es indispensable estar dispuestos a recomenzar, a reencontrar siempre de nuevo la luz, el impulso de la primera conversión. Y esta es la razón por la que hemos de prepararnos con un examen de conciencia hondo, pidiendo ayuda al Señor, para que podamos conocerle mejor y nos conozcamos mejor a nosotros mismos. 

Por lo tanto, un tema que con frecuencia debemos llevar a nuestro examen de conciencia es la forma en que vivimos el plan de vida, en especial, la Santa Misa y la oración. Nos engañamos fácilmente si no somos almas de examen, si no ponemos nuestro corazón delante de Dios. No solo no seremos sinceros con Dios, tampoco lo seremos con nosotros mismos. Afinemos para que nuestro corazón esté dirigido hacia Dios, para no engañarnos tontamente.

¿Cómo se hace el examen?

Cada uno puede tener su propia forma de hacer el examen. Sin embargo, puede ser útil ponerle en el horario al final del día. Antes de retirarte a descansar, busca un momento para estar solo y emplea dos o tres minutos para hacer este breve examen.

Uno de los autores espirituales más citados, San Francisco de Sales, en su conocida obra «Vida Devota» sugiere lo siguiente para el examen: 

— Dar gracias a Dios de habernos conservado aquel día.

— Examinar cómo hemos vivido en todas las horas de Él, considerando de forma general, en dónde, con quiénes y en qué ocupación hemos estado.

— De haber hecho algo bueno, se dan gracias a Dios. Si por el contrario, se ve que hemos cometido alguna falta en pensamientos, en palabras o en obras, se pide perdón.

— Encomienda después a la divina Providencia el cuerpo, el alma, la Iglesia, los parientes y los amigos. Pidiendo a nuestra Señora, al ángel custodio y a los santos que velen sobre nosotros y por nosotros.

Además, recomendaba hacer un propósito concreto para el próximo día, por ejemplo:

– Alejarse de ciertas tentaciones.

– Evitar faltas específicas.

– Esforzarse por practicar alguna virtud.

– Aprovechar las ocasiones que se presenten para mejorar.

Finalmente, vale la pena terminar con un acto de dolor. De este modo, enderezaremos el rumbo de nuestra conducta, y borraremos con actos de contrición las manchas que podamos haber estampado en el libro de nuestra vida. Si estás interesado en profundizar más sobre este tema, te recomiendo la conferencia online «Examen de conciencia y confesión», seguro te ayudará.

Este artículo es parte de la serie plan de vida de 10 Min con Jesús América Latina. Para ver más material sobre la serie puedes seguirnos en Instagram o Facebook. 😉