

Hoy celebramos la fiesta de san Mateo Evangelista, a quien le debemos no solo el primero de los cuatro Evangelios, sino además la minuciosidad y la unión detallada de hechos y profecías del Antiguo Testamento con la Persona de Nuestro Señor Jesús.
Al hacer esto, parecía que Mateo no quería dejar espacio alguno a la duda de que nuestro Señor Jesucristo es el Mesías, el salvador prometido al pueblo de Dios.
Sobre quién fue Mateo, conocemos muy poco a través de las escrituras. Es apenas un pasaje del Evangelio de Lucas el que nos ilustra quién fue este gran Apóstol de Dios.
Uno de los 12. Aquel que nos contó la historia con un detenimiento como ninguno.
«27 Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. 28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29 Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?
31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento» (Lucas 5, 27-32).
He escogido este video de la serie «The Chosen» (muy recomendada) para explicar un poco lo que Mateo, su Evangelio y su llamado personal pueden darle a nuestra vida.
Y así como él, el de los distintos apóstoles, los primeros 12, pero no los últimos.
Seguimos siendo llamados por nuestro nombre
En situaciones tan insólitas e inesperadas, Dios nos llama siempre. Las palabras de Paras Patel, actor que representa a Mateo en la serie, me conmueven.
Es casi un encuentro a través del tiempo y el espacio. Un evangelio que no solo comunica a Cristo, sino al testigo de su vida. Al hombre frágil, rechazado, pecador que un día fue atravesado por la mirada de Cristo.
El detalle del evangelio de Mateo ha servido para nutrir la creatividad de los guionistas de una serie revolucionaria.
Pero, ¿de qué otra forma podría ser?
Con las palabras de Patel y su testimonio, vengo a caer en cuenta que leo los Evangelios desligados de su autor. Es verdad indiscutible que la Biblia es la palabra de Dios y que es su Espíritu quien ha inspirado a tantos hombres autores de sus líneas.
Creo que luego de escuchar a Patel hablar sobre la humanidad de Mateo, hace que su Evangelio me hable aún más. Hace que piense en la intención de su pluma, en ese amor que lo desborda.
De la potencia, la fuerza del encuentro con el amor de Cristo. Un amor que lo hace escribir con tanto detalle como no queriendo olvidar nada. Como si olvidar algo pudiera significar la perdición para él mismo.
¿Cómo será haber sido testigo de Cristo?
¿Cómo volver a vivir después de haber estado a su lado, de oírlo hablar, reír, decir las palabras más consoladoras de la historia? Pienso que vivir después, ya sin Él me hubiera resultado tan difícil.
¡No fue por casualidad que envió a su Espíritu! Lo necesitábamos para poder seguir viviendo. En la serie, pueden haber caracterizado a san Mateo como una persona dentro del espectro autista o asperguer.
Y más allá de parecerme genial una caracterización tal, lo que me parece aún más maravilloso, es hacer a los personajes tan cercanos. Tan parecidos a cualquiera, tan pecadores como nosotros mismos, tan frágiles y tan necesitados de Dios.
La grandeza de los apóstoles, como Mateo el publicano, está en su autenticidad. En no negar ser quien habían sido. En no guardar poses, ni ocultar capítulos «vergonzosos» de sus vidas.
Sino aceptarlos como parte de quien son y mostrar la misericordia infinita de Dios. Un Dios que no les pide que guarden las apariencias, sino un Dios que les pide simplemente que lo anuncien.
Que san Mateo el día de hoy interceda por todos nosotros para que tengamos la valentía de aceptarnos a nosotros mismos y nos dejemos transformar por esa mirada que atraviesa las almas y las transforma.
¡San Mateo Evangelista, ruega por nosotros!
Porque actua como autista