«Luca» es la última película de Pixar que me ha dejado sorprendido. En sus últimas películas, Pixar nos ha acostumbrado a ver algunas cosas medianamente inconvenientes. Sin llegar a ser abiertamente contrarias a la fe, nos encontrábamos con cuestiones difíciles de explicar, en especial a los niños más pequeños. 

Pasa que las películas son cada vez más complejas e incluyen una «sinfonía de temas»  que, aunque el tono general de la misma está muy bien, hay siempre un «pero» pequeño o grande.

Entre los estudios Disney y Pixar, sutilmente, sin prisa pero sin pausa, se fueron infiltrando temas como el feminismo, todo el espectro de lo LGTBI+, y un prolongado etcétera.

Otro argumento muy frecuente en algunas de las últimas películas de Disney y Pixar es el de los «padres incompetentes» o, como dicen en inglés «junior knows best» («el niño sabe más»). 

Lo vimos en Valiente, donde la madre de Mérida es una pelma que la tortura con reglas ridículas. O, Nemo, en que Marlin está genuinamente preocupado por Nemo y en su afán de cuidarlo, lo sobre protege. 

Muchas otras películas de estos dos grandes estudios presentan a la autoridad – en especial la autoridad paterna – como excesiva, posesiva o hasta (en el caso de Enredados) interesadamente opresiva.

Entonces, cuando tenemos frente a nosotros una nueva película de Pixar sobre la preadolescencia, con una madre sobreprotectora, es prudente que hagamos algunas distinciones sobre toda la sinfonía de temas que toca la película. 

Sin dejar por ello de disfrutar del total de la película y poner atención a los temas que sí son de interés para la educación de nuestros hijos y el crecimiento familiar. 

En mi familia, las películas son siempre disparadores de «cine debate». Luego de ver una con nuestros hijos, debatimos sobre el desarrollo de los personajes, la complejidad de la trama, la resolución de la historia, la técnica cinematográfica, musicalización, etc.

Cuando vi por primera vez el tráiler de la película me llamaron la atención varias cosas: la primera de ellas, la elección de la temática. Unos preadolescentes monstruos marinos en la costa de Liguria en Italia es un tema no muy frecuente en la industria cinematográfica. 

Luego me enteré de que el director (Enrico Casarosa) es de origen italiano – precisamente de Génova – y que está contando una historia con color local.

Pero la película es atípica en varias cosas más, además de la temática: es una película que no se mete en la sexualidad de sus personajes, el director se encarga de despejar taxativamente las dudas. 

El colectivo LGTBI+ ha querido presentarla como una película progay, pero NO, Luca es una película en donde los niños hacen cosas de niños normales y preadolescentes más normales aún. Como, por ejemplo, cuando Luca se rebela contra la autoridad materna y huye de su casa.

Otra cuestión atípica de esta película es que si bien hay una «sinfonía de temas» como en casi todas las otras de Disney – el matón del pueblo, la autoridad parental, la amistad, la orfandad y el abandono, etc. – la historia es lineal y sin pretensiones. 

Una película que puede ser vista por toda la familia, ya que hay diversión y aventuras para todas las edades, sin las grandes pretensiones argumentales de Soul – la anterior entrega de Pixar – o de Raya y el último dragón, la última apuesta de Disney.

(ALERTA DE SPOILERS) Una película atípica, pero para disfrutar y conversar

Si aún no la has visto, sáltate esta parte hasta la conclusión, y luego la puedes leer cuando ya la hayas visto.

Como dije, la película trata sobre la maduración que se produce en un niño que se rebela contra una madre sobre protectora y que huye de su casa, para ir al «mundo de los monstruos humanos». Es decir, a la superficie de la tierra.

Al huir, Luca conoce a Alberto, un niño monstruo más experimentado que ya ha estado muchas veces en la superficie y que le enseña los rudimentos de cómo portarse en tierra.

Alberto le enseña a caminar, a moverse y sobre todo a vencer sus temores mediante un método típicamente adolescente: le pone a la voz de su conciencia el nombre de «Bruno» y cuando el tal «Bruno» le advierte que lo que están haciendo es peligroso, le dicen «Cállate, Bruno» y lo hacen de todos modos. ¿Alguien dijo “adolescencia”? La mitad de la adolescencia es hacer callar a «Bruno»

Alberto le contagia a Luca su pasión por las motocicletas Vespa y su afán de conocer el mundo. Y, cuando entran al pueblo en busca de aventuras, tienen su primer encontronazo con Ércole, el matón local que sojuzga y somete a todos los niños del pueblito (llamado Portorosso) en una tiranía aceptada de mala gana.

Ércole es mucho mayor que ellos y por lo tanto más fuerte y valiéndose de su fuerza, tiene a los niños en un estado de temor y sometimiento.

¿Pero por qué son monstruos marinos?

La película muestra a los monstruos marinos y los humanos como viviendo en dos mundos diferentes, antagónicos y basados en prejuicios e incomprensiones. La explicación del director «cuando eres adolescente, te sientes un monstruo y ves a tu familia como monstruosa» me parece razonable, pero insuficiente.

No es que quiera corregir en su interpretación al director pero, muchas veces, los artistas dicen más de lo que saben. 

A mí se me ocurrió que los monstruos marinos podrían ser los campesinos, ya que Luca es un «pastor de peces» y el «castigo» por su posible desobediencia consistiría en irse a las «profundidades» donde vive el tío, cosa que entiendo como los montes, donde solo viven los solitarios.

Si mi interpretación es válida o no, no quita gran cosa al desarrollo de la película. Pero me parece que las rivalidades entre el campo y la ciudad pueden verse en analogía entre los «monstruos marinos» y los «monstruos de tierra», como se los señala en la película.

Nuestros países de Latinoamérica tienen una triste dicotomía en este sentido – veamos el caso de nuestro querido Perú y su dolorosa elección reciente -. La película puede también ser usada para promover las conversaciones que lleven a superar esta innecesaria división.

La desobediencia a la autoridad

El cuarto mandamiento nos insta a «honrar a tu padre y a tu madre» y no aclara nada más. No dice «honra a tu padre y a tu madre si son buenos padres» ni tampoco «honra a tu padre y a tu madre mientras sean razonables».

El mandamiento es taxativo y total. Luca, movido por la curiosidad de las cosas que dejó caer Alberto de sus expediciones de robo a la superficie, manifiesta su idea de subir a conocerla. La madre, asustada por el temor a lo desconocido, le dice a Luca que no piense acercarse a la superficie.

La desobediencia de Luca es con culpabilidad, y trata de mantener el engaño lo más que puede. Cuando es descubierto y los padres lo amenazan con mandarlo con el tío Ugo a las profundidades, Luca decide huir de la casa y lanzarse al mundo de aventuras que le ofrece a manos llenas Alberto.

Giulia, y la unión de los mundos

El personaje de Giulia es realmente precioso. Siendo como es una niña «anfibia» de la ciudad de Génova y del Pueblito de Portorosso – aunque no se dice explícitamente, se supone que sus padres están separados o nunca han convivido – no se deja llevar por los prejuicios pueblerinos, ni acepta la tiranía del matón local. Y se convierte en una aliada extraordinaria para los afanes aventureros de Luca y Alberto.

El padre de Giulia, Massimo Marcovaldo, hace de figura paterna de estos «muchachos perdidos» y, a pesar de su apariencia intimidante y taciturna, resulta ser una figura paterna extraordinariamente competente para Alberto y Luca, que demuestran su conocimiento de pesca llevándolo a los mejores lugares para pescar y ganándose de este modo la inscripción a la carrera.

Giulia, como dije, al no ser de Portorosso ni del mundo de los monstruos marinos, es la que logra aglutinar al equipo, y abre la curiosidad de Luca por los estudios en la escuela, lo que significa un crecimiento enorme con respecto a su vida anterior.

Además, el temperamento de Giulia es el de una heroína motivada y motivadora, que logra sacar lo mejor de ambos personajes masculinos: juntos forman una pandilla hermosa, y gracias a su interés y gracia logra encarrilar a los díscolos Luca y Alberto.

La carrera

Si bien la carrera parece ser el eje principal de la película, luego se ve que no es tan relevante. Lo importante es el desarrollo de los personajes. Unos niños que acaban de aprender a caminar y correr en la fantasía – o que son escasamente aceptados en la realidad – se atreven a enfrentar al matón local en una carrera por demás desigual.

Ércole lleva varios años ganándola por ser más corpulento, por hacer trampa y por el temor que infunde en el resto de los competidores.

El descubrimiento de que Alberto es un «monstruo marino» hace que quede fuera del equipo, y logra separar a Giulia y Luca, ya que este no quiere perjudicar a Giulia (al descubrir Giulia que Luca también lo es). Así que allí van nuestros tres protagonistas: Luca y Giulia compitiendo por separado, y Alberto no participando.

No voy a hacer spoilers de la carrera, pero quiero decirte que lo más conmovedor de esta es la ayuda que Alberto trae desinteresadamente, y la reacción de Ércole, que permite el resultado final de la carrera.

Ambas cosas son hermosas para conversar en familia sobre el rol de los amigos, el trabajo en equipo, el seguir unidos a pesar de las discusiones y los enojos momentáneos.

Más allá de Portorosso

Los padres de Luca siguen buscándolo durante toda la película, genuinamente preocupados. Cuando lo encuentran, lejos de reproches o nuevos castigos, comprenden que su hijo tiene una curiosidad insaciable y que debe ir a la escuela de la ciudad con Giulia, donde podrá desarrollar todos sus talentos.

La resolución de la película es hermosa, y ofrece grandes temas de conversación para hablar con nuestros hijos: el crecimiento y la crisis vital de la adolescencia, las amistades y los grupos de amigos y cómo nos pueden ayudar a crecer o ponernos en problemas.

También sobre tener un plan de vida de crecimiento acorde a nuestros talentos, la autoridad paterna y materna y cómo debemos intentar «no exasperarlos», como pide San Pablo en su Carta a los Colosenses (Col 3, 21), precisamente para no desalentarlos.

Conclusión

La película es, salvadas las aclaraciones de los dos primeros párrafos, una oportunidad extraordinaria para hablar con nuestros hijos que están creciendo sobre las oportunidades y peligros de esta maduración.

Para entablar diálogo sobre las amistades, el bullying, el trabajo en equipo, y muchos temas que nos preocupan a nosotros como papás y a nuestros hijos sobre su propio crecimiento personal.

Un ejercicio muy creativo y que a los chicos les gusta mucho es pensar «qué hubiera hecho yo en lugar del protagonista» en tal o cual circunstancia.

La idea es buscar que estos temas que conversamos sean vividos por los niños y adolescentes como «experiencia propia». Al imaginarse en situaciones conflictivas o problemáticas comienzan a desarrollar su capacidad para resolver sus propios problemas.

Las películas, los cuentos, los libros que leemos en familia nos ayudan a consolidar nuestros vínculos, y nos enseñan a canalizar nuestras emociones.

Aristóteles sostenía que la poesía y el teatro provocan una purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica, a la que llamaba Catarsis.

Usemos entonces estas oportunidades de diálogo con nuestros hijos para que ellos de cierto modo «aprendan a vivir» por las experiencias de otros.