

Es muy fácil recordar que podemos practicar las obras de misericordia corporales, como dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, etc., pero se nos olvida que también hay una forma de ser misericordiosos espiritualmente. Hay muchas cosas en las que podemos confortar y servir a los demás, no solo de forma material, sino levantando su espíritu y ayudándolos a crece en santidad.
En la Bula Misericordiae Vultus, el papa Francisco nos dio una serie de ejemplos sobre cómo vivir mejor este año jubilar, y una cosa que nos propuso fue cumplir con alegría las obras de misericordia, porque como dijo san Juan de la Cruz: «En la tarde de nuestra vida, seremos juzgados en el amor». Así pues, la misericordia no solo se expresa con los actos, sino con las actitudes; antes que una serie de obras que se pueden practicar, es un modo de mirarnos a nosotros mismos y a los demás que nos lleva a descubrir que todos hemos sido creados por amor y para el amor. Buscar tener en nuestras vidas la misma mirada amorosa de Dios. Quien tiene una mirada misericordiosa, pronto adquiere manos misericordiosas, porque el amor es servicio.
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Obra de misericordia
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Daniel
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