

A medida que me he ido haciendo adulta, es cada vez más frecuente que en estas fechas note cierta melancolía presente no solo en mi sino en varias personas. Una especie de añoranza, tal vez por los que no están, tal vez por los tiempos que no regresan o tal vez sea porque los regalos no llenan más.
Ha sido un año duro, lleno de pruebas y dolor para muchos: cristianos y no cristianos. Las persecuciones, los atentados en nombre de Dios, un niño que yace en la playa… ¿Cómo poder olvidarnos? Nuestra reflexión en este Adviento ha girado en torno a ellos y en la búsqueda de la paz.
En medio de estas circunstancias nos preguntamos: –¿Dios estás ahí?– De pronto nos convertimos en la niña del video que busca respuestas. Que busca a Dios pero imagina un Dios allá lejos en lo alto del cielo, casi inalcanzable e imperceptible. ¿Dios estás ahí? Preguntamos una y otra vez. Es la añoranza que envuelve nuestro corazón: el anhelo de un Dios cercano, que nos escuche y nos hable, que nos diga que nos ama y experimentar su amor infinito.
-¿Dios mío me amas? -¿Cómo podría saberlo?
Los días pasan y de repente: ¡un recién nacido en un pesebre! Un pequeño niño, tan humano como tú y como yo, y tan divino como el Padre Celestial. La evidencia máxima del amor de Dios por nosotros, por cada uno de nosotros. Un amor tan grande que entrega lo más preciado: su único hijo para la salvación de nuestras almas.
¡Esa es la respuesta! Ahí, en ese humilde pesebre, pequeño y envuelto en pañales encontramos lo que más anhelamos en la vida: el amor, la paz y el perdón.
¡Sacudámonos de esa melancolía! ¡El Rey de Reyes ha nacido! Y está aquí con nosotros, es el mejor regalo que podemos recibir. Él no es un Dios lejano, es un Dios cercano que está a nuestro lado todos los días hasta el fin de los tiempos. Un Dios que sintió como nosotros, que amó como nosotros y que sufrió dolores inimaginables. Un Dios que cargó y carga con nuestros pecados y sufrimientos. ¡Alegrémonos, Dios está aquí!
Que esta noche de Navidad, arrodillados frente al pesebre, elevemos una alabanza a este pequeño Niño, agradeciendo a Dios que vive entre nosotros por su amor infinito. ¡El niño Dios a nacido y ha vencido a la muerte!
[blockquote source=»San León Magno».]“No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida”.[/blockquote]
0 comentarios