

En San Sebastián lo pasamos muy bien; estuvimos en la playa, comimos mariscos y conocimos la ciudad. Compartir con tus amigos es siempre un motivo de alegría. ¿Como no entonces compartir aquello que es más importante para ti? Para un cristiano, el encuentro con el Señor Jesús es motivo de inmensa alegría. Es encontrarse profundamente amado, encontrar el fundamento de la vida, el camino de la felicidad, entonces… ¿Cómo no se los voy a compartir? Si conozco la felicidad, respuestas y amor que el Señor Jesús da a mi vida; ¿cómo no hablarlo con mis amigos? El hablarlo con ellos y compartirlo con ellos me llevara a vivirlo con ellos, ¡compartir la mejor de las experiencias: la de encontrarse con la vida! Y luego de verte acompañado en la vida cristiana, te das cuenta de que es el mismo Señor Jesús quien plenifica esa amistad. ¡Pero claro! El Señor Jesús nos enseña a amarnos sin condiciones, a perdonar y ciertamente a ser un buen amigo. Al estar el Señor presente en una amistad, la consolida y la engrandece, siendo el modelo perfecto y el amigo perfecto.
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