Eduardo Verástegui nos sorprende con el último video que ha compartido en todas sus redes sociales. El video pertenece a una campaña contra la explotación reproductiva en México. Situación que lamentablemente se hace cada vez más frecuente en un país donde, al igual que en muchos lugares de Sudamérica, la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades hacen que muchas mujeres considere la maternidad subrogada como una salida.



No es raro que luego de verlo nos quedemos con una sensación de espanto. La frialdad de sus protagonistas parece sacada de una historia de horror y sin embargo esto sucede todos los días. Este no es un spot de una campaña en Europa, esto sucede aquí, a  la vuelta de la esquina. Es bueno que se nos escarapele el cuerpo, que nos indignemos, es un buen síntoma, significa que aún no nos hemos vuelto indiferentes. No nos quedemos en el sentimiento, hagamos algo.

Hoy, en el deseo por tener un hijo propio se ha empezado a sobrevalorar el deseo por sobre el hijo. Tener un hijo, no es un juego, no es como ir de compras y escoger lo que más me gusta. El tener un hijo tiene que ver con el aceptar, recibir y amar incondicionalmente. 

La vida de un ser humano tiene un valor infinito, cuando esta vida la «mandamos a a fabricar» (y encima a medida), se atenta directamente contra su dignidad y su valor rebajándolo a una mera cosa. No cabe duda de que se pueden (y de eso se hace) «fabricar» niños fuera del vientre de la madre pero, el que se pueda hacer no significa que se tenga que hacer y que esto además sea lícito, ético o moral. La figura del vientre en alquiler tiene muchas razones por las cuales debería estar prohibida. A continuación presentamos tres.

1. Pervierte el sentido de lo que significa ser padres

La procreación y educación de los hijos son uno de los fines del  matrimonio. Es deseado que un hijo sea fruto de la unión total, a deuda de por vida, del amor de sus padres. Garantía de un cuidado, y aceptación por quién el niño es. Es por esto que tener padres es un derecho, más no el de tener hijos. Primero viene el cuidado y la aceptación. La maternidad tiene que ver con el amor, el aceptar y acoger al hijo por quién es. La maternidad subrogada pervierte la paternidad y maternidad en el sentido de ya no ser un aceptar y acoger por quién se es sino por una serie de características y expectativas que del niño se tiene. Se convierte en un «desear algo a medida».

2. Atenta contra el derecho que tiene un niño a conocer su origen e identidad

La CDN  en sus artículos 7 y 8 establece que un niño tiene derecho desde el nacimiento a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, tiene derecho a preservar su identidad. Un niño producto de una maternidad subrogada tiene por lo menos a 3 personas a las que podría reclamar como padres y hasta 6 adultos que podrían reclamar su paternidad. La posibilidad de conflictos jurídicos (y que de hecho existen muchos) le impedirán conocer su identidad, además de las consecuencias a nivel personal que esto generará en el niño.

3. Fomenta la explotación de la mujer

Las mujeres que venden o alquilan su cuerpo por dinero, son en su mayoría mujeres que se encuentran en situaciones vulnerables. Estas mujeres se convierten en productos para usar y  luego tirar. Es frecuente el abuso y abandono, generando aún mayores efectos negativos en ellas. Además, las consecuencias psicológicas del proceso son inevitables así como inevitable es la conexión que existirá entre una mujer y el hijo que lleva en el vientre.

«Se puede sufrir por no tener hijos y la adopción no siempre es fácil. Pero siempre habrá niños que amar, que sostener, que acompañar, incluso sin vínculo de parentesco genético con ellos. Sin posesión». (Catherine Dolto – Mères porteuses : l’humanité de l’enfant en péril, Le Figaro, 20 de diciembre de 2008).