

«“Signos” de la omnipotencia divina y del poder salvífico del Hijo del hombre, los milagros de Cristo, narrados en los Evangelios, son también la revelación del amor de Dios hacia el hombre, particularmente hacia el hombre que sufre, que tiene necesidad, que implora la curación, el perdón, la piedad» (San Juan Pablo II – 9 Dic. 1987).
Hace unos días una foto en la que aparece una religiosa carmelita observando un misil (que no ha explotado) se ha vuelto viral. La foto ha sido tomada en Alepo (Siria), en el jardín de un convento carmelita el 23 de Octubre.
En épocas como la nuestra en donde la ciencia “lo explica todo” creer en milagros a veces resulta difícil. Pareciera que los milagros de este tipo se quedaron olvidados en la historia, las cosas sobrenaturales son para otro tiempo. Hoy todo puede ser explicado por la ciencia.
Resulta que esto no es así. Es verdad que la historia del cristianismo está llena de milagros, pero no es real que estos milagros hayan dejado de suceder. Suceden, siguen sucediendo porque el amor de Cristo no se detiene nunca.
La palabra milagro proviene del latín miraculun, que deriva del verbo mirari que significa “admirarse” o “contemplar con admiración” y esto es precisamente lo que pasa cuando somos testigos de un evento milagroso. Nos quedamos contemplando con admiración, expectantes, ¿pero qué es lo que contemplamos?, ¿qué es lo que nos sorprende? No se trata de quedarnos admirados solamente por lo sobrenatural e inexplicable del evento, !es mucho más ! Es darse cuenta de que estamos siendo testigos del amor del Dios por los hombres a través de un acto concreto, tangible.
Es importante resaltar que los milagros de Dios no son para gloria propia, por decirlo de alguna manera, no son para castigar a nadie o demostrar algo. Los milagros de Dios solo responden amor. Incluso en la hora más dura pudiendo El mismo realizar obras prodigiosas para evitar el sufrimiento, pensó siempre en nosotros. Cuando pasó hambre en el desierto no cedió ante la tentación, cuando lo entregaron tuvo compasión por aquel al que Pedro le había cortado una oreja, cuando lo crucificaron…Los milagros de Dios son para sus hijos, para todos sin distinción.
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The engineering units at #SAA came to the site immediatly and cleared the unexploded ordnance.#Aleppo pic.twitter.com/pJcCF4fLKc— maytham (@maytham956) 23 de octubre de 2016
«Ningún milagro ha sido realizado por Jesús para castigar a nadie, ni siquiera los que eran culpables» (San Juan Pablo II – 9 Dic. 1987).
Mirando la foto podemos darnos cuenta de que el amor de Dios no solo responde a la necesidad del que sufre, sino que también significa protección y cuidado. Un signo visible que expresa la presencia de Dios real, que confirma su existencia y lucha porque los hombres respondan a su llamado y vuelvan a casa.
«…Jesús los realiza para superar toda clase de mal existente en el mundo: el mal físico, el mal moral, es decir, el pecado, y, finalmente, a aquél que es “padre del pecado” en la historia del hombre: a Satanás» (San Juan Pablo II – 9 Dic. 1987).
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