

Hace menos de cuatro décadas, hablar de una enfermedad psiquiátrica, como bipolaridad o esquizofrenia, era una suerte de tabú que nadie tenía la osadía de pronunciar públicamente. Menos aún si se tratara de una enfermedad de un familiar cercano. Felizmente, en los últimos 30 años la psiquiatría así como la psicología han avanzando muchísimo en el campo de la psiqué humana.
Así mismo, han sido y siguen siendo desarrollados cada día mejores medicamentos para tratar ese tipo de enfermedades. Sin embargo, es cierto que no nos gusta hablar de «esas cosas». Debieran ser más comunes de lo que todavía son. Para alguien que sufre una depresión, por ejemplo, cuesta mucho abrir el corazón. Cuesta incluso reconocer delante de los amigos que se padece una fragilidad que limita bastante, en algunos casos, el rendimiento a todos niveles.
1. La tercera escuela de Viena
Quiero hacer mención a una corriente psicológica – conocida como la tercera escuela de Viena – surgida con un renombrado psicólogo, filósofo y pensador judío llamado Viktor Frankl. Alguien que estuvo y vivió la trágica experiencia de los campos de concentración nazi. Lugares en los que pudo, dentro de varias e inenarrables experiencias personales, constatar y corroborar algunas ideas que ya venía desarrollando antes de esos sucesos.
Creció en el círculo de filósofos existencialistas como Heidegger, Nietszche, Sartre… y psicólogos de la talla de Freud o Adler (primera y segunda escuela vienesa, respectivamente). Para Frankl, el ser humano no podía estar destinado a obrar de determinadas formas, debido a instintos – casi animales – como el sexual o el de poder, tal como decían Freud y Adler. Frankl rescataba la concepción del inconsciente, categorizada por Freud, pero añadía un componente fundamental, la espiritualidad propia solamente de los seres humanos.
Según Frankl, la persona humana posee cuerpo, alma y espíritu. Y ese espíritu, que es el eje central de nuestro ser, que es uno, pero tiene esa triple dimensión, provee toda la riqueza que nosotros como imagen y semejanza de Dios, podemos vivir. Como por ejemplo, la búsqueda de sentido para la vida, que es un ingrediente fundamental en la propuesta psicológica de Frankl. Según él la persona que no descubre el sentido para el cual ha nacido, y por lo tanto, frustra en gran medida esa espiritualidad que poseemos todos, se experimenta perdida, confusa… cayendo en una apatía y aburrimiento.
2. Vacío existencial
Otra noción importante en su propuesta es la de «vacío existencial», que – según él – poseemos todos en nuestro interior, de modo especial en la dimensión espiritual. Es fundamental pensar qué hacemos frente a ese vacío interior. Si eso nos mueve a trascender, viviendo el amor y encontrándonos con las demás personas, entonces, colmamos ese vacío con la experiencia de encuentro, que solo vivimos en tanto «salimos de nosotros mismos».
Ese vacío es un fenómeno propio del hombre. Es una experiencia a la que no debemos temer. Pero sí enfrentar. En la medida que asumamos esa condición con responsabilidad, entonces buscaremos el sentido que nuestra vida necesita.
Si es que no ponemos los medios necesarios, y permitimos que ese vacío permanezca «intacto» por mucho tiempo, empieza a convertirse en una suerte de neurosis. Una patología, y es causa de muchos daños en nuestra psicología. Caemos – como lo decía anteriormente – en la apatía, aburrimiento, sin sentido, todo se vuelve gris, no tengo ya ganas de hacer nada, ni de pararme de la cama… y poco a poco, ya ni quiero encontrarme con otras personas.
En vez de esforzarme por salir de mi mismo, y precisamente, llenar ese vacío con el amor de los demás, me encierro – y como perro que trata de morderse la cola – doy vueltas sobre mí mismo, cayendo en una espiral que no tiene dónde terminar, que lleva a que algunos lleguen, incluso, al punto de suicidarse.
3. ¿Cuál es la propuesta que plantea Frankl?
La propuesta de Frankl es enriquecer la vida con una manera de vivir, nutrida por la reflexión y la vida espiritual que va sanando el interior. De ahí su propuesta llamada «logoterapia». «Logo»: razón, idea, reflexión y «terapia»: proceso de sanación.
Para eso se necesita hacer un análisis existencial de la vida del paciente. Es decir, analizar como está su existencia. Cómo la persona está comprendiendo su propia existencia, cómo entiende su vida. La terapia, por otro lado busca sanar a través de una reflexión espiritual, distintas dimensiones de su vida. Acordémonos que hablábamos que, según él, somos una unidad «bio-sico-espiritual». Por ello se necesita analizar la vida de manera integral.
Finalmente, quiero dejar claro que se trata de una propuesta, así como hay corrientes que nos brindan otro tipo de herramientas frente a posibles problemas de nuestra existencia, de nuestra psicología. Lo dicho en este artículo son tan solo algunas pinceladas de todo lo que propone Viktor Frankl. Creo que es evidente para todos.
Pero me parece interesantísimo en su propuesta, la necesidad que tiene el ser humano de llenar su vacío interior con ese encuentro de amor con las demás personas. Lo que nos hace trascender y salir de nosotros mismos. En este mundo, en que vemos cada vez más el egoísmo, individualismo y personas tristes, solas o deprimidas… me parece que esta propuesta existencial, que aporta herramientas para nutrir el espíritu en ese encuentro entre personas, tiene algo que decirnos.
No puedo terminar este artículo, sin antes decir – lo que no dice Frankl, puesto que es judío y no le toca, por lo tanto decir – que el encuentro más importante que debemos vivir, y que es el camino para vivir el auténtico amor es nuestra relación con Cristo: Camino, Verdad y Vida (Juan 14, 6).
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