Presentamos un video de gran profundidad humana. Trata sobre la identidad de los gallegos y la manera posible de mantener el estilo de vida local a pesar del paso del tiempo y de la globalización. Visto a la luz de la fe, este video puede mostrarnos y recordarnos la maravilla e importancia de ciertos valores humanos. La Iglesia afirma y aprecia la existencia de valores positivos contenidos en las tradiciones culturales, esta visión llevó a los Padres del Concilio Vaticano II a afirmar que en las tradiciones no cristianas existen «cosas verdaderas y buenas» (LG 16), «preciados elementos religiosos y humanos» (GS 92), «semillas de contemplación» (AG 18), «elementos de verdad y de gracia» (AG 9), «semillas de la Palabra» (AG 11, 15), «destellos de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres» (NA 2). Ya que estas realidades merecen nuestra atención y estima y el patrimonio cultural de cada pueblo siempre nos invita al diálogo, descubramos qué cosas poder aprovechar de la cultura que el video nos presenta.

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Se nos muestra el valor de la esperanza activa. La señora mayor de edad, que protagoniza el video, afirma sobre su generación: «Siempre teníamos la sensación de que lo mejor está por llegar». Así como seguramente nos pasa a nosotros, los jóvenes que la escuchan creen que eso es un optimismo ilusorio y que ya hay poco por hacer. Pero ella demuestra estar bien atenta a los signos de los tiempos cuando dice: «Se habla de un futuro de gente solitaria, siempre con gente apurada. Si no se sabe a dónde se va, ¿para qué ir tan rápido?». Su pregunta denota una gran sabiduría. Ella ha captado con agudeza el sinsentido y la desorientación que padece el hombre moderno y cuestiona la vorágine y el vértigo existencial en el que se vive tantas veces sin razón alguna. Ante los problemas, la señora impulsa a una esperanza realista y comprometida: «Pero podemos hacer un futuro diferente […] Cada vez más gente quiere vivir como nosotros». Afirma que en las nuevas generaciones existen manifestaciones de una vida más conectada con lo esencial y verdadero.

Se nos enseña también a colaborar con nuestra libertad y usar positivamente un rasgo humano personal, como puede ser el carácter o la idiosincracia: «No saben lo resistentes y tercos que somos, dile a un gallego que no puede y te llevarás una sorpresa». La perseverancia está íntimamente relacionada con la virtud cardinal de la fortaleza que es tan necesario cultivar como cristianos en el mundo actual.

Se nos invita a superar la cárcel del individualismo y abrirnos al encuentro con los otros. Se resaltan las celebraciones y comidas como una posibilidad de encuentro y comunión. También se habla de la comunidad en sentido de equipo que trabaja por un objetivo: «Cuando trabajamos juntos llegamos a donde queremos».

Finalmente, se nos exhorta a vivir la vida intensamente según el verdadero sentido que ella tiene: «Siendo positivos […] La vida es dura y difícil, pero se hace muy corta […] Disfrutemos nuestra vida y en el futuro, vivamos, vivamos, vivamos […] No dejemos nunca de ser como somos ni de sentirnos orgullosos de donde venimos».

Nosotros, como cristianos, también pertenecemos a un pueblo, a la Iglesia, el Pueblo de Dios. Poseemos una historia, una cultura y una gran tradición. Con nuestra libertad podemos traicionar nuestra identidad más profunda, la de Hijos de Dios, o podemos vivir humildemente agradecidos de las riquezas recibidas, preservarlas ante los cambios culturales, manteniendo nuestra razón de ser, sirviendo al mundo con la luz de Cristo que ha brillado sobre nosotros. ¿Qué futuro queremos construir?

Nos gustaría saber qué piensas de este lindo video 😉