Eso de las «mentiras piadosas» o «mentiras blancas» es pura mentira, no puede haber algo malo que sea bueno y mentir, definitivamente y en todas sus formas es malo. Pero culturalmente hemos aprendido que no está del todo mal, pues muchas veces cuidamos a los demás o a nosotros mismos a usando mentiras o diciendo verdades a medias.

Si tenemos una amiga que toca el violín y la verdad es que no lo hace del todo bien, sino que suena feísimo, pocos de nosotros nos atreveríamos a decir: «Deberías dedicarte a otra cosa porque el violín no te va bien». Al contrario, probablemente le animaríamos con una «mentirilla piadosa» diciéndole algo así como: «La verdad es que se nota que le has puesto empeño y tienes un talento oculto ahí… seguro que si practicas más vas a ser una gran violinista». Eso, no es del todo mentira, pues probablemente si practica lo va a hacer mejor; pero tampoco es del todo verdad, pues aunque practique, el violín no es lo suyo.

Cosas así nos pasan todo el tiempo y generalmente no decimos mentiras porque seamos malos, sino porque queremos cuidar la integridad de alguien (sobre todo la nuestra), pero mentir es mentir y no hay dos versiones al respecto. Por esto queremos compartir contigo un video que nos presenta una realidad que muchos vivimos en la infancia: haber roto algo ajeno mientras jugábamos y ser obligados por mamá a pedir perdón y reconocer la falta. Esta historia es tan tuya y tan mía que seguro podrás utilizarla en tus reuniones para explicar la idea.



Teniendo la historia de este pequeño que interpela nuestra propia historia pues, ¿Quien no tuvo que ir a pedir perdón por romper algo jugando?, queremos presentarte algunas ideas que explican porqué es importante vivir en la verdad y decirla siempre, evitando la mentira, el engaño y el mal:

1. La verdad nos acerca al camino: El Papa Francisco nos enseña que no podemos ir por dos caminos: «Caminemos en la luz, porque Dios es Luz. No vayamos con un pie en la luz y otro en las tinieblas. No seáis mentirosos». Si deseamos vivir como seguidores del Señor no es factible la posibilidad de tener una vida a medias o que en algunos momentos nos demos licencia para mentir, sino: ¿qué ejemplo daría la mamá del pequeño si le hubiera ayudado a esconder que él rompió ese vidrio?.

2. Debemos superar la vergüenza: Tal como le pasó al pequeño futbolista con mala puntería, reconocer que nos hemos equivocado es una experiencia de mucha vergüenza, pues afecta la imagen que los demás tienen de nosotros y nos hacer ver como personas imperfectas… y, ¿quién quiere parecer frágil o defectuoso ante los demás? Reconocer nuestros errores no solo expresa que hemos sido frágiles, sino que muestra nuestra intención de mejorar, de no volver a errar, de superarnos y de querer ser mejores. Eso nunca debería avergonzarte.

3. La verdad tiene consecuencias: Esas consecuencias no siempre son tan ideales como muestra el video, no siempre nos van a devolver la pelota, sino que muchas veces ir con la verdad por delante implica, al igual que en el caso de Jesús, ser despreciado, discriminado y muchas veces rechazado por todos. ¿Recuerdas alguna situación en donde hayas dicho la verdad y se enojaron por tu sinceridad?

4. Decir la verdad no es lo mismo que no tener pelos en la lengua: Una cosa pes ser sincero y otra es ser descriteriado. Está bien que busques la verdad y siempre quieras hacer que todos estén en el camino de la luz, pero eso no te da licencia para criticar, juzgar, despreciar y rechazar todo aquello que consideras falso, errado o malo. Ir con la verdad pero en la actitud de la corrección fraterna seguro tendrá mejores resultados, pues la verdad si no va de la mano con el amor no sirve.

5. La verdad nos asemeja a Jesús: Los discípulos de Juan Bautista le dijeron a Jesús: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con verdad el camino de Dios…» (Mateo 22, 16a), y Jesús, cuando se refiere a sí mismo dice: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Juan 14, 6a). ¡Siendo veraces, nos asemejamos a Jesús, pues Él es la verdad.
¡Qué gran lección de catequesis dio la mamá del pequeño al llevarlo a reconocer su error con la vecina! Así mismo lo haría Jesús.

6. Decimos la verdad por amor: Amamos a nuestro prójimo, por eso decimos la verdad. El no fue a reconocer su error para recuperar la pelota, sino porque había dañado la propiedad de su vecina. Ir con la verdad, enmienda en parte, ese daño. Si decimos la verdad que siempre sea buscando el bien del otro por amor y no pensandon en nosotros mismos. Por esto es muy importante encontrar el tiempo y le modo adecuado para decir la verdad. Aunque siempre es bueno decirla, no siempre encontramos un buen momento o una buena manera de hacerla.
Seguro te has encontrado con un niño pequeño que pregunta o dice cosas, que siendo verdad, son muy desubicadas e incómodas. Frases como: «tienes una gran panza» o «hueles muy feo» son comunes en los niños, quienes educados para decir la verdad, no saben distinguir el momento ni el modo adecuado. Estas tres ideas quizás nos ayuden un poco más a comprender el concepto:

La verdad tiene que ser verdad (no a medias).

La verdad tiene que ser amable (sino daña).

La verdad tiene que ser necesaria de decir.

Para finalizar, nos gustaría que pudieras compartir con nosotros: ¿qué es lo más difícil para ti al momento de decir la verdad?.