

En la ciudad donde vivo, Guayaquil (Ecuador), cuando un amigo o persona de confianza utiliza la conocida frase: “¡acolítame!” pareciera que no hay forma de decir que no. Es una jerga que implica que ayude en algo, acompañe y sea confidente de esa persona, sin obstaculizar la acción que va a realizar.
Pero, ¿cuántas veces nos metemos en una infinidad de líos por no saber decir no? Tratamos de ser equivocadamente asertivos, en una suerte desmedida de «generosidad» mal comprendida y terminamos incluso por no cumplir nuestros compromisos y hacerlo todo a medias, o peor aún, terminamos tomando opciones y realizando acciones que no nos ayudan ni a mí ni a mis amigos.
Este sencillo video de «Casi Creativo» trata de enseñarnos que está muy bien ayudar a los demás. Es muy noble. Pero cuando por ayudar a alguien te des-ayudas a ti mismo, es mejor decir que no. Y en esto es clave el evitar ese “sentimiento de culpa” que nos da. ¡Ojo! ¡No aprovechemos para decir “no” a todo ¡no se trata de eso! La clave está en saber usar rectamente nuestra libertad, y saber decir que no a aquellas cosas que no nos ayudan en nuestro crecimiento personal, o que atentan contra nuestra dignidad y valor, o que van en desmedro de mis responsabilidades y deberes.
El Papa Francisco profundiza aún más el tema en el Jubileo de los Adolescentes, en abril de 2016:
«Muchos os dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera. Pero en esto se necesita saber decir no. La libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere: esto nos vuelve cerrados, distantes y nos impide ser amigos abiertos y sinceros; no es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien. En cambio, la libertad es el don de poder elegir el bien. Es libre quien elige el bien, quien busca aquello que agrada a Dios, aun cuando sea fatigoso. Pero solo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena dar la vida».
La libertad y la generosidad no implican decir que sí a todo sin pensar. Creo que es necesario hacer una recta valoración de las situaciones para poder responder (por supuesto, siempre partiendo de la disposición de ayudar). De esta forma podremos valorarnos adecuadamente, valorar nuestro tiempo y nuestras acciones, aprendiendo a poner en la escala adecuada del bien las cosas y las situaciones.
0 comentarios