revolucion

Ser revolucionario implica arriesgar. El mejor riesgo para todo cristiano es el del amor, el lanzarse a la aventura de luchar por la santidad y por un mundo mejor. En estos tiempos, en los que nos es difícil creer en la paz y tener la mirada puesta en lo esencial, es importante entrar en nuestro interior y recordar que todos queremos el cambio. El Señor nos invita a convertirnos, a cambiar nuestros corazones, a revolucionar nuestros esquemas y transformar nuestra vida. La revolución de nuestra fe, es la revolución del amor, aquella que tiene su inicio y fin en Jesús y en su gracia, aquella que ya tiene la victoria asegurada.

[blockquote source=»Papa Francisco»]Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre proximidad, que se hace siempre compasión y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás. Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones. Nuestra fe, nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos. Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad.[/blockquote]