

Hay 3 motivos por los cuales estoy de acuerdo con los argumentos de Lauren, la chica que sale en youtube explicando por qué no es feminista.
Quizá mis argumentos no van tanto por el lado de la igualdad de derechos (porque es obvio que todos los tenemos por igual) sino que van más en la linea de lo que nos muestra la realidad.
Por eso mi primera razón es bien simple: lógicamente lo que dice Lauren suena bastante cuerdo. El feminismo no es sinónimo de igualdad. Las otras dos razones son un poco más elaboradas y te las explicaré luego de ver el video.
2. No soy feminista, sino femenina
Quiéranlo o no, la pregunta por la «idiosincrasia femenina» es la pregunta que se mantiene constante a través de la historia de la humanidad (por eso siempre se ha luchado porque sea reconocida como valiosa). Si bien es cierto ahora se defiende la idea de elegir el propio sexo y de que un hombre puede «ser mujer» y viceversa, hasta incluso físicamente… se han ido por el camino equivocado. Pero, yendo más allá de todas las manipulaciones, de todas las ampliaciones o restricciones de la vida, vale la pena preguntarnos: ¿Existen constantes que nos permitan defender que somos mujeres, es decir que pertenecemos única y exclusivamente al sexo femenino?
Edith Stein, una gran santa, intenta aproximarse a la cuestión de la esencia de la mujer por un camino interesante: intenta sacar de su apariencia extema conclusiones cautelosas sobre el «interior» femenino. Como método se sirve de la máxima escolástica del alma como forma del cuerpo: la maternidad como capacidad corporal.
«La profesión primaria de la mujer es la procreación y educación de la descendencia. […] En la mujer (sobresalen) las capacidades de conservar lo que nace y crece, cuidarlo y fomentar su desarrollo: por ello el don de vivir vinculado de modo corporalmente cercano y de reunir fuerzas en tranquilidad, y por otro lado, de aguantar dolores, de renunciar, adaptarse; anímicamente posee una actitud hacia lo concreto, lo individual y personal, la capacidad de concebirlo en su particularidad y de adaptarse a ello, el afán de ayudarle en su desarrollo».
Las mujeres tenemos empatía con lo más débil o con lo más grande y atractivo, una gran capacidad de adaptación y el don de la compañía; todos ellos expresados por Edith Stein, en una palabra: la delicadeza. Esto es la fuerza fundamental para entusiasmarse por todo lo humano, particularmente por lo bello, por la verdad, por todo «lo que actúa desde el más allá en esta vida con un poder y una atracción misteriosos», en palabras de Stein. Para mi esto resume muy bien lo que se significa la «idiosincrasia femenina» y porque, básica y obviamente, somos diferentes de los hombres, por lo tanto, no necesitamos ser iguales, necesitamos que se nos respete en nuestro ser mujeres. Punto.
3. Los dos géneros tenemos problemas, y estos no se resuelven con la igualdad
La igualdad de derechos para los dos géneros funciona si el resultado de ellos es la promoción de una sociedad más justa y civilizada. Y para eso no es necesario ser feminista como lo defiende Lauren, basta con tener las cosas claras sobre el ser humano: todos debemos ser tratados bajo las mismas premisas en cuanto a la dignidad, cuidado, garantías sociales y economincas, etc. Por ello se trata de una tarea de mujeres y hombres por igual. No de que los hombres se vuelvan feministas y condescendientes con las mujeres, sino que, cada uno sepa ocupar, en justicia y verdad, el papel que le corresponde en todos los ámbitos humanos: el trabajo, la familia, la Iglesia, los grupos sociales, etc. Pienso, como dice el Papa Francisco, que la solución radica en que los hombres y las mujeres deben escucharse y conocerse más, para que juntos puedan cooperar en la construcción de un mundo donde las diferencias no signifiquen desigualdad y conflicto.
«Corremos el riesgo de hacer un paso hacia atrás. La remoción de la diferencia de hecho, es el problema, no la solución. Para resolver el problema de las relaciones, el hombre y la mujer tienen en cambio que hablarse más, escucharse más, conocerse más, quererse más. Tiene que tratarse con respeto y cooperar con amistad. Con estas bases humanas, sostenidas por la gracia de Dios, es posible proyectar la unión matrimonial y familiar para toda la vida» (Papa Francisco).
Para terminar les dejo un video muy bueno para que conozcan más sobre Edith Stein 😉
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