¿Cuántas veces nos hemos sentido desenfocados, confundidos, viviendo sin tener una dirección clara y sintiéndonos angustiados por lo mismo? Este es un comercial genial de esos que te hacen pensar en miles de cosas de tu vida pero hablándote de una cocina.

Cuántas veces nuestra propia vida es un caos. No porque tengamos miles de problemas o a la gente haciéndonos la vida imposible, sino porque hay desorden en nuestro interior, y por lo tanto, nuestras acciones no están bien direccionadas.

Vivimos por vivir, pasamos el rato y solo disfrutamos del momento y luego, todo termina como en el comercial: la razón de todo está fuera de nosotros.

Es un monstruo invencible llamado «destino», «mala suerte» o que se yo… Nos cuesta darnos cuenta que bastaría poner un poco de orden en nuestra casa (nuestro interior), para saber lo que verdaderamente pasa.

Cultivar la interioridad no es tarea fácil

Vivimos, en general, demasiado sumidos en expectativas externas, preocupaciones y ocupaciones que poco se acercan a lo que realmente deseamos al final del día o cuando logramos estar realmente serenos y con nuestra mente despejada.

¿Cómo se busca dentro? Se busca dentro cuando suspendemos toda búsqueda exterior. Aunque suene obvio, solo cuando dejamos de buscar fuera realizamos una buena búsqueda interior (como con el tema del duende que esconde las cosas de la cocina).

Una de las experiencias que nos permite tener orden en nuestra vida consiste en hacer lo mismo que haríamos con nuestro closet o con un cajón desordenado: desocuparlo un poco.

Vaciarnos interiormente de todas las cosas que estorban y que no nos permiten ver lo importante. Cuántas veces nos pasa que no encontramos algo, no porque no está, sino porque la cantidad de «tonterías» que guardamos, se convierten en obstáculos para nuestra visión.

En medio del desorden también hay un belleza especial

Por ultimo comprender que en medio del desorden también hay un belleza especial. ¡ojo! acá no me refiero al desorden de cosas accesorias, sino a ese «desorden imperfecto» que es nuestra propia interioridad. Porque Dios esté en ella y sea hermosa no significa que no pueda ser un poco defectuosa.

Aprender a entender que en nuestro interior también hay cosas que no vamos a poder cambiar fácilmente, es una clave para nuestro combate espiritual. Es bueno tenernos paciencia e ir poniendo orden poco a poco. Una casa no está perfectamente ordenada y armada de la noche a la mañana.

¿Ahora les queda claro porqué la Cuaresma y una cocina tienen tanto que ver? Estos cuarenta días son un tiempo privilegiado para poner orden. Más que ayunos externos, todo esto consiste en sacar de nuestro corazón todo aquello que nos distrae para dejar solo a Dios y afinar nuestra mirada para verlo y dejarlo actuar.