

En Catholic-Link hemos tocado el tema del conflicto en medio oriente en varias oportunidades, pero creo que en ninguna hemos intentado explicar el origen y las razones del mismo. En este post proponemos una breve reflexión de cómo se ha iniciado, las actuales consecuencias y las razones por las cuales después de tantos años esta guerra continúa.
El video animado producido por Kurzgesaqt resume muy bien el inicio del conflicto: la guerra civil del gobierno de Bashar Al-assad que hizo empeorar la rebeldía y la diferencias entre chiitas y sunnitas, a las que se sumaron distintos grupos extremistas como el ISIS (Estado Islámico).
Aunque a la prensa secular hoy le cueste recordar, el Papa Emérito Benedicto XVI visitó el Líbano en Setiembre del 2012, y mencionó que: “El fundamentalismo es siempre una falsificación de la religión y va contra el sentido de la misma que en cambio, invita a difundir la paz de Dios en el mundo”.
Aparte del tema religioso, hay razones geopolíticas y económicas del conflicto en Siria. No es casualidad que la estrategia de conquista del ISIS en Irak, se encuentre cerca del río Éufrates. Debido a que en un territorio en su mayoría desértico, si se toma control de la fuente del agua, se podrá controlar al pueblo y tomar las riendas del estado; que aparte de reservas petroleras y gasoductos, cuenta con una ubicación geográfica estratégica: el cruce entre África, Asia y Europa. Es en este panorama que la mayoría de la población Siria (musulmanes, cristianos, drusos y otras minorías) se encuentra en medio de una guerra. Las personas tienen que abandonar sus hogares, los campos de refugiados se llenan rápidamente y muchas personas, sin más opciones, deciden correr el riesgo de zarpar hacia Europa en precarias condiciones.
Tanto ellos, como muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Por qué la Unión Europea puede invertir tantos millones de dólares en defensa, seguridad de alta tecnología y patrullas fronterizas, y no en planificar, negociar y ejecutar una solución de impacto a la crisis de refugiados en medio oriente?
El Papa Francisco pidió a los obispos de todas las diócesis de Europa estén prestos a recibir en las parroquias a refugiados sirios: «Hay que darles una esperanza concreta. No solo decirles ¡ánimo, paciencia!». Aunque muchos países hacen oídos sordos a ello, la luz de la esperanza la van encendiendo miles de europeos, creyentes y no creyentes, que intentan con sus propios medios dar asilo a los refugiados a pesar de algunos temores infundados como: el incremento poblacional o que aumente la criminalidad por acoger a más refugiados. Buena parte de los inmigrantes son obreros profesionales que muchos países de Europa necesitan para salir a flote, tomando en cuenta el envejecimiento de su población y sus bajísimas tasas de natalidad.
Si bien las cosas van mejorando lentamente, no van al ritmo que necesitan estas millones de personas. Por otro lado, no con la misma gradualidad, esa actitud de los “poderosos” es similar a la que tenemos nosotros con los “refugiados” que nos topamos en nuestra vida cotidiana: cuando no acogemos a los nuevos, cuando no buscamos comprender a los que son distintos a nosotros o cuando, estando en capacidad de hacerlo, no salimos al encuentro de las personas que más sufren.
Sabemos que en medio oriente con tantos conflictos y problemas se necesita algo más allá de una solución en lo geopolítico, económico y religioso: se necesita reconciliación para lograr la paz. Hace más de cincuenta años, San Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, compartió unos lineamientos que me parecen más actuales que nunca: “(…) Un orden basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la justicia, sustentado y henchido por la caridad y, finalmente, realizado bajo los auspicios de la libertad”.
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