

El video que presentamos en esta oportunidad, forma parte de una iniciativa llamada “Fight the new drug” que en redes sociales ha utilizado el hashtag #Pornkillslove, buscando concientizar a las personas del verdadero daño que genera en la sociedad y en uno mismo, el uso de la pornografía.
El video afronta la temática, desde una perspectiva interesante: El rumbo de la sociedad, comienza a configurarse con las decisiones de las personas. Toda decisión lleva a tomar una acción que puede impactar positiva o negativamente en los que nos rodean.
Una opción por “consumir” pornografía, o promover que “es inofensiva”, o pensar que “solo afecta a las personas violentas o con problemas” (con toda la información científica que conocemos del grave daño que causa en uno mismo y en las relaciones humanas), es una forma de aceptar la degradación propia y la del otro, no es otra cosa que reducir mi dignidad de ser humano y la de la sociedad toda. La pornografía es como una droga, reacondiciona el cerebro y realmente crea adicción. Y no solo se queda en eso. Altera nuestra visión sobre lo que significan las relaciones sexuales y lleva a que se “cosifique” a la pareja.
El Papa Juan Pablo II, nos decía desde ya hace muchos años en su audiencia General del 6 de mayo de 1981: «Estamos ante una obra o reproducción que, junto con la objetivación del hombre y de su cuerpo, la intencionalidad fundamental supone una reducción a rango de objeto, de objeto de «goce», destinado a la satisfacción de la concupiscencia misma. Esto colisiona con la dignidad del hombre».
Nuestra sociedad se va convirtiendo lentamente, en un lugar donde hay menos compromiso en el Amor, más destrucción interior, más lejanía de la propia dignidad y donde la mayoría calla porque se tiene vergüenza a hablar del tema, o se justifica con vanas explicaciones seudosicologistas de que “es liberador”, es “progresivo”, y que “si no consumes no tiene porqué incomodarte”. Pero la realidad es que la pornografía es violenta, es abusiva, es degradante y distorsiona el significado de las relaciones de pareja.
Somos la primera generación del mundo en afrontar la pornografía con esta intensidad y a esta escala. Esto es algo que nos debe hacer tomar la urgencia de este asunto. Tenemos la responsabilidad de compartir y buscar el amor verdadero, ese que nos mueve a abrirnos a la otra persona, que implica entrega y generosidad, ese que por el cual no se necesita pagar, ni ser vivido a escondidas, ese que está hecho para ser luz que de calor a las vidas de tantas personas que mueren por el frío en sus corazones.
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