

Casi como en película de terror una voz con tono macabro narra los supuestos estereotipos de género que son desmentidos por las personas que aparecen en el video: ropa unisex (en el video la llaman «ropa sin género»), un hombre llorando por su mascota, dos mujeres cargando un sofá o un hombre al que le gusta una muñeca…
El video que se titula: «Un mundo sin género» quiere convencernos de que lo mejor es que los hombres y las mujeres seamos exactamente iguales y reduce nuestras diferencias a colores, ropa o el uso de un baño mixto… pero yo me pregunto, ¿de verdad es tan importante discutir si a un hombre le gusta el color rosado? A mi parecer, esas son diferencias mínimas que no significan nada y que gran parte de la humanidad ha superado. Digo gran parte porque hay diferencias históricas y culturales en las formas que se viven la masculinidad y la feminidad en distintos lugares. Sin embargo, eso no elimina las diferencias entre el hombre y la mujer, que son esencial y biológicamente distintos, con identidades propias.
El hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto son exactamente iguales en dignidad y también en sus capacidades. Por ejemplo, no hay que desmerecer que el video pone de relieve un tema interesante que es el de los sueldos. Se ha comprobado en varias ocasiones que en algunas empresas el salario es pagado de acuerdo al sexo y generalmente la mujer gana menos que el hombre. Esos son derechos a los que la mujer debe acceder por igual y que están en total sintonía con el reconocimiento justo en su dignidad y capacidades. Pero son las diferencias únicas, aquellas que nos hacen perfectamente complementarios y que hacen que la unión entre un hombre y una mujer sea muy rica. Empecemos por lo visible: lo biológico. Este es un tema del que no a muchos les gusta hablar porque es el más difícil de rebatir y de explicar (un ejemplo muy claro está en el video del investigador noruego Harald Eia). Nuestros cuerpos están hechos para complementarse con perfección y para procrear naturalmente, pero además «la sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no solo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual» (Congregación para la Educación Católica, 1983).
En una sencilla búsqueda en Google aparecen 37.500 resultados sobre estudios que comprueban las diferencias entre los cerebros del hombre y de la mujer (solo en español). Y en cientos de pruebas de aptitudes se ha demostrado que por naturaleza, mujeres y hombres tenemos mejores resultados en unas cosas y peores en otras. Esto no quiere decir que, con mucha práctica, una mujer no pueda mejorar sus capacidades en el área espacial y ser una conductora de autos de carrera inigualable. O que un hombre se vuelva muy hábil en motricidad fina y sea un peluquero espectacular. Pero tampoco podemos enceguecernos ante nuestras diferencias que nos hacen tan únicos y que permiten una «colaboración activa entre el hombre y la mujer» además de lo valioso del aporte de cada uno en la Iglesia y la sociedad, como afirma Benedicto XVI en una carta que elaboró en el año 2004, en la que también aboga por el papel fundamental que cumple la mujer en la Iglesia y en la sociedad.
En una entrevista, la socióloga alemana Gabriele Kuby, cuenta que formó parte de grupos feministas en su juventud, pero que con el tiempo y en su afán por la búsqueda de la verdad, descubrió las perversidades del discurso del género apoyado por sectores de la ONU y por políticos europeos que velan por sus intereses propios y quieren destruir la base de la familia. Pero además pone en evidencia algo que sucede muy a menudo, y es que a quienes no estamos de acuerdo con lo que propone la ideología de género nos llaman intolerantes y retrógrados, algo parecido a lo que intenta hacer el video con su tono irónico. Como si el no estar de acuerdo equivaldría a irrespetar al otro. Pues no, no satanizamos ni atacamos a quienes eligieron otra forma de vida, pues como dijo uno de nuestros autores en una carta abierta por el atentado de Orlando: «el día en que un católico elija quién es digno de una oración, dejará de serlo».
En una audiencia general de abril del 2015, el Papa Francisco se mostró preocupado por lo que la ideología de género pretende difundir y advirtió que «corremos el riesgo de dar un paso atrás» pues «la eliminación de la diferencia, en efecto, es el problema, no la solución». Y exhortó a que las parejas demuestren la belleza de la alianza entre un hombre y una mujer, así como la unión matrimonial y familiar, pues nos recordó que «Dios ha confiado la tierra a la alianza del hombre y de la mujer: su fracaso seca el mundo de los afectos y oscurece el cielo de la esperanza».
Como no todas son malas noticias y al parecer, una parte importante del mundo se quiere recuperar de la crisis de valores que estamos viviendo, la ONU aprobó recientemente en un histórico avance la creación de una resolución pro-familia en la que se la reconoce como «la unidad grupal natural y fundamental de la sociedad» (conoce más de esta iniciativa aquí).
0 comentarios