

Una historia que de verdad parece de película es el video presentado por el blog Jesucristo en el Cine. Tan solo imaginemos:
José, un hombre enamorado, comprometido para casarse con una mujer a la cual ama y respeta se encuentra de pronto con el desengaño de que está embarazada, no de él, sino de lo que ella llama es el Espíritu Santo.
Lo peor de todo es que, muy dentro de sí mismo, no duda realmente de la fidelidad de María: ni ella ni él eran de los que pueden traicionar y él lo sabía.
Sin embargo, esto hace su angustia y su desconcierto aún mayor al no poder comprender como es que ella, su amada y su amiga, está embarazada.
No olvidemos que esta situación tiene lugar en una sociedad donde la fornicación era castigada con la muerte, por lo tanto, a sus dudas y angustia debía añadirle la presión de las sospechas de la gente…
José ─descrito en las escrituras como un hombre justo (Mt 1, 19)─ no sucumbe a la trampa del enojo y la venganza. Sino que, no queriendo desacreditar a María, pensó en firmarle en secreto un acta de divorcio.
Es mientras considera esta opción, que el ángel del Señor se le aparece en sueños diciéndole que El Hijo de María es obra del Espíritu Santo y que será él mismo el que le pondrá por nombre Jesús (Mt 1, 20-21).
Y es que, en realidad, la intervención del ángel no era tanto para dar la explicación del embarazo de María, como si para indicar a José el papel que le correspondía en el plan de Dios: Tú le pondrás el nombre de Jesús; o sea, tú lo recibirás como hijo tuyo.
Así como María fue escogida desde el principio de los tiempos para ser la madre del Salvador, José fue también escogido para ser su padre durante su vida terrena.
Por lo que ambos fueron dotados con las facultades y las gracias especiales para cumplir su misión, pero dependía de cada uno aceptarla o no.
Luego del mensaje del ángel, José pudo haber decidido ignorar ese sueño y desentenderse de María, de los prejuicios y las sospechas del pueblo; sin embargo ─siendo el hombre valiente que era─ decide aceptar su misión, confiar en Dios y tomar el desafiante camino de la fe…
Pero y ¿Qué es la fe?
«La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve». (Hb 11, 1). Más aun, se afirma que nuestros antepasados son recordados por cuanto tuvieron fe (Hb 11, 2) y San Pablo, explica y ejemplifica durante todo ese capítulo la importancia de la fe y su papel en nuestra vida.
La verdadera trascendencia de nuestra vida esta íntimamente ligada a la fe y por ende a nuestra disposición de cumplir la misión que nos ha sido asignada.
Y es que, al igual que María y José, cada uno de nosotros hemos sido dotados de cualidades, gracias y facultades especiales que nos permitirán cumplir con ese propósito por el cual fuimos creados. San Bernardino lo dice mejor:
“…cuando la gracia divina elige a alguien para otorgarle una gracia singular, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar”. Ya depende de nosotros aceptar y cumplir esa misión o no.
También podemos ver como San José es el hombre del silencio. No nos dice ni una palabra en el Evangelio. Pero, con su actitud callada y reservada, nos enseña a ser humildes y a cumplir sin alardes nuestras obligaciones de cada día.
¡Cuántas veces sufriría por no tener algo mejor que darles a Jesús y María! ¡Cuántas veces pasaría hambre y sed en su camino a Belén y su exilio en Egipto! Pero toda su vida estuvo al servicio de su familia. Y supo cumplir bien su misión.
Por último, la grandeza de san José está por encima de la de todos los santos y ángeles. Después de María, es el santo más santo, el que más cerca ha estado de la divinidad.
Él ha tocado con sus propias manos al Dios hecho carne y le ha podido decir de todo corazón: Tú eres mi hijo y él se ha portado como su padre.
En efecto, todos sus privilegios y toda su dignidad le vienen de ser esposo de María, padre de Jesús y a la vez, de ser el hombre justo y bueno, en quien el Señor confió y puso al frente de Su familia. ¡Cuántas veces jugaría con Jesús, le enseñaría a trabajar, y sobre todo, le demostraría un amor a toda prueba!
Por eso, Dios lo ha encumbrado por encima de todos los santos. Aprendamos pues en esta época de adviento de san José y de su vida, de su fe y de su humildad, de su valentía y de su obediencia.
De su no apresurarse en hacer juicios temerarios, de su castidad y de su diligencia en el trabajo, de su disponibilidad en hacer la voluntad de Dios y hacer de su vida un apostolado sin ostentación. ¡Así sea!
Dinámica
¿Conocías todas estas cualidades de san José? ¿Sabías que es el Patrono de la Iglesia, el santo de cabecera del Papa Francisco y de tantos otros santos? Discutir las otras preguntas que se proponen dentro del texto.
0 comentarios