

«How I Met Your Mother» («Cómo conocí a su madre») es una serie norteamericana de gran éxito por su buen uso del humor, y que por 9 temporadas alegró a muchos con sus historias de amor, de amistad y de cómo pasar de la juventud a la adultez.
Uno de los personajes principales, Ted Mosby, es un joven arquitecto que en su paso hacia la vida adulta solo tiene una cosa clara: busca a la mujer de su vida para casarse y tener una familia. Justamente por eso la serie se llama así, «Cómo conocí a su madre», pues durante todas las temporadas, Ted narra a sus hijos las historias de cómo se lo pasa buscando a la indicada sin lograr conocerla. En ese sentido, es una serie vocacional, una serie sobre el amor de pareja, sobre los esfuerzos de un joven que, mientras se convierte en adulto, aprende a amar, a renunciar a sí mismo, a discernir y a aceptar el fracaso cuando las cosas no salen del todo bien.
De esas historias del sufrido Ted, de amor y desamor, hay una en particular que llama la atención, pues el tipo, a pasos de comerse un portazo en las narices de forma definitiva, se juega todas sus cartas para conseguir un “sí” de la chica que por ese entonces se robó su corazón y que frente al pretexto de “no tengo tiempo” le había negado cualquier posibilidad de cita.
Aquí les compartimos «Una cita en dos minutos». Te invitamos a mirar este video con ojos de amor cristiano y considerando que siempre, todo lo que publicamos aquí, es tanto para que lo utilices en tu vida personal como también en tu apostolado, y estamos seguros que solo este video, aun sin ninguna explicación o reflexión posterior de nuestra parte, te ayudará a conversar sobre el noviazgo y el matrimonio con tu grupo.
Ahora desmenucemos lo que Hollywood nos ha regalado por medio de esta escena, que cabe señalar además que está muy bien hecha, pues todo ocurre siendo grabado en una sola toma; es decir, la cita, aunque ficticia, realmente ocurrió en dos minutos.
El amor es ingenioso
Porque no se conforma solo con lo establecido, con lo de siempre; busca formas nuevas, tal como el amor de Dios, que no escatima esfuerzos para expresarnos su cercanía.
Cuando se trata del amor de pareja, ya sea de novios o esposos, la rutina puede ser uno de los peores enemigos. Frecuentar los mismos lugares, los mismos horarios, el mismo menú puede cansar, y para eso debemos soplar las brasas del amor con ingenio y creatividad. No se necesita dinero para ser creativo, solo salir de la zona de confort por amor.
El amor busca lo mejor para el otro, es complaciente
Ted conoce los gustos de su amada. Se nota una investigación, una preocupación previa, se nota que se detuvo a contemplarla e intentar descubrir qué es lo que mueve su corazón. En esos cortos dos minutos nunca propuso algo que fuera de su gusto o preferencia, sino que toda la mirada estaba puesta en aquella que era el objeto de su amor.
Uno descubre que el amor es realmente amor cuando, haciendo esas cosas, no hay dobles intenciones, cuando el complacer al otro no buscar un premio o una compensación, sino que la generosidad y la renuncia desbordan de forma natural y gustosa.
El amor no espera nada a cambio
Aunque Ted estaba en plan de conquista, su objetivo era simplemente regalarle dos minutos inolvidables a su amada. No es un trueque en donde luego de todo su esfuerzo él exigiera un “sí” como respuesta. El amor debe ser así; no es una negociación donde doy para luego recibir; sino que el amor se abre camino desinteresadamente.
Lo duro de aceptar esto, es que cabe la posibilidad que amando, nos tengamos que comer un portazo en las narices, tengamos que tragar el amargo sabor de un “no” y que todo nuestro esfuerzo sea ignorado y despreciado. Nada que el mismo Jesús no haya tenido que experimentar al amarnos; nada que una madre o un padre no hayan vivido con sus hijos; nada que una pareja esposos no hayan tenido que soportar, pero amano así, desinteresadamente, amamos mejor.
El amor abre puertas
Es difícil negarse a algo cuando nos es dado con amor. El amor es la llave que mejor abre las puertas. No es chantaje sentimental, tampoco es lástima o culpa, es que cuando uno es amado el corazón se ve interpelado y cuando uno ama sinceramente, toca el corazón del amado.
Seguro no es infalible y es claro que no todos los amores son correspondidos, pero si es una verdad que amando, es mucho más fácil dar, ofrecer, entregar, renunciar. Por eso es distinto preparar una comida a mi esposa o mi hijo cuando lo hago por deber, pero es un verdadero placer hacerlo por amor.
El amor no es obstinado
Ser decidido en el amor no es sinónimo de ser cerrado de mente y un tozudo. Ted lo sabe y se abre a la posibilidad de que la “cita de dos minutos” cambie de rumbo. Cambia de planes cuando deciden caminar en lugar de andar dos metros arriba del taxi o cuando tiene que entregar el postre para llevar y se atrasan unos minutos.
Hay una linda lección aquí, pues muchas veces nuestros planes, nuestras estructura mental, nuestros paradigmas y la forma en que deseamos que ocurran las cosas nos limita e impide disfrutar y recibir todo aquello que nos puede regalar lo impredecible, lo improvisado, lo espontáneo. Por eso, cuando amamos, debemos acoger la posibilidad de que lo que teníamos meticulosamente planificado, se transforme e incluso llegue a no ocurrir; pero no por eso sea sinónimo de fracaso, sino que amando, hemos decidido dejar de lado la rigidez y la obstinación.
Siempre podemos refrescar lo que tenemos
Que nos sirva de ejemplo a todos los que llevamos relaciones largas: siempre podemos darle un toque de frescura a nuestras relaciones. Si bien lo visto en el video es ficción, al mismo tiempo es real, es un hombre conquistando y ganando el corazón de una mujer; y podría también ser viceversa.
Pero esta historia de conquista no solo tiene que darse entre aquellos que no se conocen, que no son nada, sino que es una invitación para todos. Que con solo unos cuantos gestos y unos pocos minutos podemos transformar definitivamente el curso del día de aquella persona que amamos. Siempre podemos hacer esfuerzos por mover las aguas para evitar que se estanquen y se pudran. Que esos esfuerzos por refrescar la relación no ocurran tan distanciadamente, sino que constantemente estemos esforzándonos por mantener vivo el amor.
Tiempo v/s calidad
El eterno dilema del tiempo, que es mejor la calidad o que es mejor la cantidad. Sin duda sin la producción técnica y cinematográfica de los protagonistas de la escena, llevar a cabo esa cita de dos minutos sería prácticamente imposible para cualquiera de nosotros; pero esos no es pretexto para cruzarnos de brazos y no hacer nada. Un mensaje de texto, una llamada telefónica, un mensaje en un papel, gestos que no toman más de dos minutos pero que expresan el profundo amor y atención que nos dedicamos el uno al otro.
Obviamente, pasar largo tiempo juntos y de calidad es el ideal, pero no es lo real en medio de la rutina, los hijos, el trabajo y los quehaceres; por eso, aprovechar los pocos minutos de intimidad es siempre un regalo para una pareja. Todos podemos tener esa cita de dos minutos que transforma y renueva nuestro amor.
0 comentarios