

Con ustedes: Arístides, un artista popular de los andes peruanos. Escúchenlo. Utiliza un vocabulario para nada sofisticado, sin el adorno de recursos retóricos ni la elocuencia de un orador. Sin embargo, coloca una sobre otra las palabras necesarias para compartir la inmensidad de un mundo interior que se trasluce a través de su mirada. No es raro que no pueda expresarlo todo, es que según él “el artista está desesperadamente callado”. Solo quien se dispone a escuchar con reverencia puede encontrarse con lo más profundo de la realidad.
Arístides cuenta que camina entre precipicios en los cuales ha llegado hasta accidentarse, está definitivamente habituado a los abismos. Vive en una relación especial con el Cielo por cuyos ángeles es inspirado, y es que “la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios”. (San Juan Pablo II. Carta a los artistas, 16). El asombro que experimenta ante el mundo lo expresa diciendo: “Todo lo tomas y lo interpretas, lo sientes en tu propia carne”. Sobrepasado por la experiencia del encuentro entre el maravilloso paisaje de la sierra en donde está emplazada su “casa del saber”, y su sensibilidad interior, Arístides es impulsado a manifestarse dentro de su entorno. Cuando lo hace por medio de sus canales de artesano y se pone frente a sus obras de arte culminadas él experimenta “una gran emoción, una gran pasión que se arranca de tu interior” y no es otra que aquella experiencia que San Juan Pablo II describió en su Carta a los artistas:
“Intuir algo del pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos”. (…) en la «creación artística» el hombre se revela más que nunca «imagen de Dios» y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda «materia» de la propia humanidad”.
Esto es lo que Arístides intuye que ocurre cuando dice que en sus obras alcanza a ver un espíritu propio, algo humanizado por él mismo, humanizado como queda cualquiera que se deja tocar y moldear por las enseñanzas de este humilde y sencillo “amauta” de las alturas.
Arístides, desesperadamente callado. from Inside Project on Vimeo.
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