En todos los años que tengo escribiendo en Catholic Link les confieso que no había tenido un reto tan grande como comentar sobre este video. Siento que es el uno de los más tristes que he visto y además uno en el que valen mucho más la imágenes que las palabras que les vaya a compartir.

Se trata de una campaña de la Cruz Roja Internacional, haciendo un llamado a tomar consciencia acerca de los ataques y atropellos que se comenten contra hospitales y trabajadores de la salud en los sitios en guerra.

No voy a extenderme y profundizar en cómo la guerra no es el camino apropiado para llegar a una solución. Ya la experiencia ha mostrado que así se pretenda encontrar mayor justicia, orden, incluso en algunos países se busque la paz, el conflicto nunca será la manera de encontrarla.

Los hospitales como lugares de esperanza

Me suscita reflexionar sobre la frase final del video, acerca de «Los hospitales como lugares de esperanza». Y me preguntaba ¿Por qué podemos decir esto?, ¿qué tienen de especial estos lugares, que son símbolo de esperanza?, ¿de qué esperanza estamos hablando?  

Al trabajar en varios hospitales en los últimos años, percibo como las personas en diferentes momentos de su vida acuden a un centro médico buscando consuelo, ayuda y respuestas ante sus situaciones de dolor y sufrimiento. Además, en estos lugares acontecen algunos de los sucesos más importantes de la existencia de cualquier persona, como son el nacimiento y también la muerte, en no pocas ocasiones.

Para el ser humano tener salud es sinónimo de tranquilidad, seguridad, confianza para seguir en el camino. Así como la enfermedad y el sufrimiento traen incertidumbre, desconsuelo y dolor, la experiencia de salud es sinónimo de consuelo y de esperanza.

Los hospitales como lugar de acogida y consuelo

Los centros médicos siempre han sido un referente de acogida y de hospitalidad a quien sufre; sea que pueda devolverse la salud completa o pueda al menos, calmarse el dolor y el sufrimiento. Ofrecen entonces un consuelo para quienes buscan ser allí atendidos; pero la esencia de esta acogida va más allá de las estructuras y los muros de una construcción. La esencia está en el corazón y en la acción de las personas que allí laboran, como los médicos, el personal de enfermería y otros profesionales sanitarios. Sus obras que buscan hacer el bien a los que sufren, son manifestación de amor y también de esperanza.

Por ello es que al atentar contra de la integridad de estos lugares, ya sea por la destrucción de sus instalaciones, como por el daño a las personas que allí laboran, se está perdiendo la posibilidad de hacer mucho bien en favor de los demás. Se está apagando una luz en el camino de muchas personas. Sin embargo, es muy alentador ver como muchas veces ante este tipo de situaciones, el ser humano no se limita ni queda anulado para seguir trasmitiendo de manera creativa la esperanza a sus semejantes.

A pesar de la oscuridad que comporta esta realidad, la acción de diferentes organizaciones y de personas voluntarias y misioneras son fuente de luz y esperanza. Quizá no puedan resolver todos los problemas ni cambiar toda la realidad, pero su acción es signo de que, aunque todo parezca estar perdido, habrá posibilidad de encontrar un poco de consuelo.

Creo que es lo que el mundo necesita, no son solo las estructuras ni las organizaciones las que tienen la respuesta para que este planeta sea más pacífico y más amoroso. Es cada uno de nuestros corazones, dispuestos a entregarnos, a donarnos por los demás, a servir como instrumentos de la caridad y del bien, siendo así testigos de la esperanza de un Dios que es providente y que ama a todos.