Cualquier cosa que diga un científico es incuestionable. Muchas veces, con este argumento “de autoridad” me quisieron acallar en debates de lo más variados. Actualmente, si un científico dice algo, es palabra santa, más verdadera que si estuviera escrita en piedra por la misma mano de Dios. Y ni hablar de cuando esos mismos científicos hablan de Dios: listo, lo dijo el profesor, no se hable más del asunto.

El video que me toca comentar hoy nos trae un buen argumento sobre el cientificismo, es decir, el pensamiento de que algo es cierto solamente porque lo dice un científico, «que se basa en la observación y la razón» es falso. El científico Ehrlich, (un entomólogo, es decir, un investigador de mariposas) sostuvo que entre los años 1970 y 1980 el mundo moriría literalmente de hambre. Como cuenta el video, el científico sostuvo un viejo bulo que se viene sosteniendo desde que Malthus lo propuso en 1798: que la población humana crece en progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, 64…) y la producción de alimentos crece en progresión aritmética (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8…) y que tarde o temprano, la población humana se moriría de hambre. 

Leí «La bomba poblacional» en 1994.  Al libro lo desprestigió el paso del tiempo, pero su autor siguió con fama de “rockstar”, y las consecuencias de sus políticas siguen hoy en pie: las esterilizaciones forzosas, las políticas antinatalistas de los organismos internacionales y el tono general de la discusión pública sigue siendo el mismo que hace 50 años: «hay sobrepoblación». ¿Qué quiere decir realmente esto? Si lo traducimos del lenguaje político al lenguaje práctico, el mensaje es: hay gente que no tiene que nacer. Es decir, hay gente que tiene derecho a nacer y gente que no. ¿Quién determina quiénes son los que nacen y quiénes no? Naturalmente, los poderosos del mundo.

«En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de ‘salud reproductiva’. Pero, ‘si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario» (Laudato sii, 28).

Mientras mucha gente sigue investigando para resolver los problemas de nuestro planeta, los gobiernos y las multinacionales financian y promueven, por ejemplo, la ideología de género, que solamente beneficia a los laboratorios y a la reducción de la población por cualquier método. Esto no es casual, ni es producto de una desafortunada serie de eventos. Las políticas de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales está dominada por los poderosos del mundo, y ellos son los que definen las políticas que “benefician a la gente”, como por ejemplo la mutilación genital y la distribución de hormonas.

Las grandes soluciones a los problemas de la humanidad no van a venir, por cierto, de los gobiernos, ni de los políticos. Los científicos están financiados por los políticos o por las empresas, que tienen intereses creados, y los proveen de diagnósticos falsos a pedido, así que es posible que las soluciones reales a los problemas reales de la gente no provengan de los gobiernos, ni de las grandes empresas, ni de los grandes centros de poder. Es probable que las soluciones más geniales provengan de héroes anónimos (como el del video), que fueron puestos por la bondad providente de nuestro Padre del Cielo para que nos ayuden a que podamos vivir en un mundo cada vez más humano.