dif amigos

Este simpático video nos enseña algunas cosas que podemos haber olvidado sobre la amistad. Nos muestra la actitud de unos adultos y sus hijos frente a desconocidos de su misma edad con los cuales tienen que pasar algunos momentos esperando. El resultado es sorprendente. Los adultos no interactúan entre ellos y se incomodan, se dedican a revisar el celular o a hacerse los indiferentes. Todos se dan cuenta de que están acompañados y que podrían hablar con los demás, pero deciden no hacerlo. En cambio los niños no pierden el tiempo y se ponen a jugar y a conversar entre ellos, interactúan. Luego entrevistan a pequeños y grandes sobre lo que sucedió y es claro como los niños pasaron un momento más agradable. Los adultos ponen excusas y se muestran incomodos frente a las preguntas que les hacen.

¡Qué difícil es para los adultos tener nuevos amigos! Esto nos pasa porque a veces nos olvidamos de la sencillez de los niños y complicamos mucho la forma en la que nos relacionamos. En primer lugar porque ponemos excusas (como las que veremos en el video): «ya tengo suficientes amigos», «no vine para eso» o «no tengo tiempo», como esas podemos encontrar muchísimas más, pero pienso que éstas son solo la superficie de muchas otras que hay en nuestro interior: «no quiero comprometerme», «me gusta tener las cosas controladas», «prefiero que no me cambien los planes» etc.  Los niños, en cambio, son más sencillos; no tienen miedo a comprometerse y sus planes no implican tener un control minucioso como el de los adultos, por lo tanto, una nueva amistad es un aporte muy valioso en sus vidas. Ellos se dan cuenta que conocer un nuevo amigo no es una carga ni una pérdida de tiempo, sino una ganancia.

La amistad implica vivir la sencillez y la naturalidad de los niños. El ser humano es un ser en relación por naturaleza, por lo tanto, lo más natural es que nos llenemos de amigos. O por lo menos que nos relacionemos con las personas con las que nos encontramos. El monje trapense y escritor Thomas Merton lleva esta afirmación a un nivel más profundo: «El amor es nuestro verdadero destino. No encontramos el sentido de la vida por nuestra cuenta, lo encontramos junto a alguien». Los seres humanos estamos llamados a relacionarnos a través del amor, y la amistad es una de las formas particulares de vivir ese amor. Por eso una amistad cultivada nos realiza, nos hace plenos como personas.

Para finalizar esta breve explicación, vale la pena recordar algunas enseñanzas de Jesús sobre la amistad y sobre los niños. Él les dice a sus apóstoles que «el Reino de Dios pertenece a los que son como niños». Con esto quiere decir que este reino es de los sencillos de corazón, de los que confían y no tienen miedo de compartir con los demás. Por otro lado, el Señor nos pone la varilla alta para vivir la amistad como cristianos: «Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos». El verdadero amigo es el que se entrega por el otro, el que le ofrece su vida.

[su_quote cite=»Benedicto XVI»]Ya no siervos, sino amigos» (…)¿Qué es realmente la amistad? –Ídem velle, ídem nollequerer y no querer lo mismo, decían los antiguos. La amistad es una comunión en el pensamiento y el deseo. El Señor nos dice lo mismo con gran insistencia: «Conozco a los míos y los míos me conocen (cf. Jn 10,14).[/su_quote]

Podemos hacernos algunas preguntas que nos ayudarán a profundizar más en la amistad y en la sencillez que necesitamos para vivirla.

1. ¿Cuándo fue la última vez que hice un nuevo amigo? ¿Y la última que me puse a conversar con alguien desconocido?

2. ¿Busco confiar y entregarme a mis amigos o amigas? ¿Tengo un corazón sencillo para vivir la amistad?