Hola de nuevo queridos lectores. Hoy les escribo sobre la confesión.Es bueno empezar recordando que es un sacramento, es decir, un signo efectivo del amor de Dios.

Los sacramentos son indispensables en la vida del cristiano porque nos mantienen en comunión con Jesús, nos alimentan, nos motivan y consuelan en el caminar diario.

En este video de Ascension Presents, el padre Mike Schmitz nos habla de la belleza que se esconde en la confesión. Siendo él sacerdote, escucha muchas confesiones y entonces surge la pregunta: ¿No se cansarán de escuchar los pecados de las personas? ¿No será el confesionario un lugar de llanto y tristeza?

Para nuestra sorpresa la respuesta a estas interrogantes es todo lo contrario. La confesión es un lugar de alegría, humildad e inspiración. Es donde la misericordia, del Padre se manifiesta y nos renueva. Dice el padre Mike: «En la confesión veo gente desanimada que sale entusiasmada, gente herida que es sanada y gente perdida que  retoma el camino».

Dios dio todo por mí, no me rendiré

El pecado es el lugar de fracaso, de tristeza y desesperación. Pero ir a confesarse, es estar diciendo: «No me voy a rendir en el Dios que lo dio todo por mi». Y qué difícil es en estos tiempos, más con la pandemia.

Hace poco me fui a confesar y una de las cosas que dije fue que estaba dejando de lado mis oraciones cotidianas.  Es muy fácil dejarse llevar por la rutina y el ritmo apresurado de la ciudad. Y realmente me pesa.

Por eso debemos tener presente que la fe es un don de Dios. Un don que se tiene que cuidar y desarrollar con paciencia y constancia.

Ir al sacramento de la confesión es precisamente trabajar el regalo de la fe, querer redimir la persona propia y recuperar la gracia arrancada por la mala conducta o los vicios y renovar fuerzas para continuar este camino.

La mentira del morbo

Hay muchas personas que harían lo imposible por saber todo de los demás. Gente sedienta de conocer los pecados más íntimos de cada uno. Podemos caer en pensar que a los sacerdotes les encanta el morbo y escuchar todo lo malo que hacen las personas. Esto ¡es una gran mentira!

Ellos no buscan saber los secretos de los demás con sed de chisme. Claro que son personas, pero también son ministros del mismo Jesús y él siempre nos sorprende. Como con la divina amnesia que el padre Mike nos comparte.

Lo que en verdad les interesa a los sacerdote es tu persona y llevarte a Cristo. Los pecados son basura prácticamente, pero la persona no. Es rica en dignidad y es emocionante como Dios nos abraza con estos signos y nos sigue acompañando hasta el final.

Todo lo que un Padre puede ofrecer en confesión es el verdadero amor de Dios y su infinita misericordia, gratis, sin condiciones. Lejos de juzgar que tan graves fueron nuestras faltas el Padre piensa en el amor que nos tiene Dios.

Eso es lo que se nos ofrece cuando nos confesamos; el gran poder transformador y resucitador de Jesús. Se nos ofrece una nueva vida por el camino de la redención.

¿Digo mis pecado y eso es todo?

Casi al final del video el Padre cuenta cómo un día, de joven fue al sacramento de reconciliación después de mucho tiempo alejado de Dios. Tenía muchos pecados. Al final de la confesión el padre le dijo que como penitencia debería rezar un Ave María.

Y el padre Mike responde: «Padre, ¿no escuchó todo lo que hice?». Él respondió: «Si, si, lo escuche todo, y quiero que sepas que estaré ayunando en tu nombre los siguientes días».

El precio por nuestro pecado, la muerte, ya fue pagada por Jesús en la cruz. Lo que decidió hacer ese sacerdote es unirse al sacrificio de la cruz con Jesús. Qué noble tarea.

¿Y si ya está todo hecho qué nos toca entonces?  Yo diría que celebrar la gracia obtenida y trabajar por redimirnos. Es muy diferente un pecador arrepentido a un pecador redimido.

El primero solo se arrepiente, pero no hace nada por mejorar. Y el segundo no solo se arrepiente, sino que acepta el sacrificio de Jesús y comienza una reforma de vida por él y por los demás. 

Así pues, la confesión es un lugar de victoria. ¿Alguna vez lo habías pensado así? Comparte con nosotros.

«La confesión es un lugar de victoria. Y no me importa si esta es la primera vez que una persona confiesa este pecado particular o si es su 12,000 confesión del mismo pecado. Cada vez que van a confesarse es una victoria para Jesús. Y como sacerdote tengo la suerte de estar sentado ahí, participando, presenciando y observando a Dios ganando de nuevo a sus hijos e hijas, cada día» (Padre Mike Schmitz)