

Nikon, una de las compañías más reconocidas cuando hablamos de fotografía, realiza este comercial y refleja de una sencilla manera la forma en la que interactuamos con nuestro entorno, la manera en la que conectamos la vida diaria con el mundo del internet, que paradójicamente es el mundo en el que estamos sumergidos casi todo el tiempo.
Estamos siempre conectados, pendientes del celular, el aparato que se ha convertido en nuestro pequeño mundo y al que no abandonamos ni de chiste. Nos da entrada libre a la vida de amigos y familiares, nos permite chatear todo el tiempo, hacer llamadas, revisar el mail y ver fotografías, cosa que nos encanta porque como dice el dicho: «una imagen vale más que mil palabras». Para algunos ver el celular cada cinco segundos se ha convertido en una adicción, es casi incontrolable, así tengamos certeza de que nada ha cambiado en dos minutos morimos de ganas por volver a revisar nuestras redes sociales, se encuentra cualquier excusa para cambiar el estado de Facebook, para subir una foto a Instagram o para abrir un nuevo grupo en Whatsapp.
Compartimos una fotografía sin olvidar los divertidos emojis que expresan mejor que nosotros los estados de ánimo, las capacidades físicas y hasta el clima. Pero, ¿hasta qué punto lo que se comparte en redes es real? ¿Habrá en realidad tanta felicidad en el corazón de la persona que sonríe en la fotografía? «Somos lo que compartimos» o «aparentamos lo que compartimos». Este comercial es una divertida muestra de lo que hacemos casi a diario con nuestras fotografías o las de los demás, y no estoy diciendo que este mal compartir o que tal vez la riqueza de una imagen no sea cierta en realidad, pero me causó un poco de impresión sentirme identificada con el comportamiento de la persona que está detrás de la cámara. Hemos cambiado por completo la forma en que vemos el mundo y por tanto la manera en la que queremos compartir nuestras emociones con los demás.
El comercial termina con la frase «estoy siempre conectado» y es cierto, pero seamos transparentes, limpiemos el foco de nuestra vida y pensemos si de vez en cuando se nos empaña la vista y aparentamos cosas que en realidad no somos. Dejemos algo para nosotros mismos, recuerdos que guardemos solo en nuestra mente, hay momentos de la vida en que vale la pena compartir, pero hay otros mucho más valiosos en los que hay cerrar los ojos, respirar hondo y dejar que sean parte solo de nosotros más no del mundo.
Compartamos cosas que de verdad valgan la pena, compartamos lo que en realidad somos, sin filtros y sin máscaras.
0 comentarios