

No se ofendan con el siguiente video, es de un canal de youtube que se dedica al humor y a nosotros sinceramente nos causa gracia, pues pone de manifiesto algo que muchos conversamos, reflexionamos en nuestros grupos y muchas veces hemos querido decir; solo que aquí lo dicen en tono de burla y exagerando la realidad.
Es común que muchos de nosotros tengamos brillantes ideas para mejorar el cristianismo; ocurrencias que frecuentemente nacen de experiencias frustrantes y amargas que hemos vivido nosotros en carne propia o aquellos que tenemos cerca y que nos hacen cuestionarnos todo; los métodos, las formas, los contenidos, las razones y por sobre todo quienes protagonizan todo lo que ocurre en la vida cristiana, especialmente dentro de la Iglesia. De hecho, el Papa Francisco siente más o menos lo mismo y en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium nos dice: «Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de conversión pastoral y misionera, que no se puede dejar las cosas como están» (EG 25).
Ciertamente, quienes hacemos apostolado, sabemos que el Papa tiene razón, no se pueden dejar las cosas como están, pero tampoco podemos hacer caso a las cosas que dicen en el video. Además de ser malas ideas, no mejoran en nada al cristianismo, pero sí hay cosas que podemos reflexionar del video, cosas que todos podríamos comenzar a hacer todos nosotros, no solamente el Papa.
Por lo tanto los invito a que juntos podamos escribirnos una carta a nosotros mismos, para ir dándonos algunas ideas de cómo mejorar realmente el cristianismo, de cómo ser mejores cristianos, de cómo hacer que nuestra Iglesia sea un lugar de acogida y no solo una institución que funciona bien.
1. La Iglesia mejora cuando tú la mejoras
Somos bautizados y nuestra vocación es ser Iglesia, por lo tanto para mejorar esto no solo es necesario remodelar los edificios, cambiar las estructuras administrativas o renovar los métodos que tenemos implementados para hacer las cosas que hacemos. El concilio Vaticano II nos dice que «toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación» (Decreto Unitatis Redintegratio, 6), entonces caben las preguntas: ¿En qué consiste realmente ser un bautizado? y una vez que logramos respondernos eso, debemos preguntarnos; ¿Estamos viviendo conforme a eso?.
2. Deja la crítica y ponte manos a la obra
Aquellos que hacemos apostolado, querámoslo o no, somos los teólogos de nuestras comunidades. La forma en la que vemos la fe, lo que pensamos y decimos de ella, la forma en la que vivimos los misterios, lo que decimos sobre los consagrados y las instituciones eclesiales y en fin, todo nuestro quehacer, es teológico y lo transmitimos directamente a aquellos a quienes hacemos apostolado. Ellos tendrán una fe que tiene tu ADN espiritual, que se basa en la forma en la que tu vives la tuya. Entonces será mejor que te vean actuando más que dando consejos, que te van dando más soluciones que descubriendo fallas y que por sobre todo, te vean amando más que criticando.
3. Vive tu fe desde el contexto actual
Los Obispos de Latinoamérica y el Caribe ya pasaron por esto, reflexionaron estas mismas cosas y nos dijeron que «ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente y con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe» (Documento de Aparecida, 365).
Entonces debemos preguntarnos: ¿Las cosas que hacemos sirven para transmitir la fe a otros o solo las seguimos haciendo porque siempre se han hecho? Jesús en sus tiempos hablaba conforme a lo que la gente vivía; si nos predicara hoy, quizás sus parábolas no tendrían que ver con el trabajo del campo, sino con la oficina, el supermercado y las deudas. El éxito en el mensaje de Jesús fue que se supo contextualizar y les habló en su lenguaje. Imitémoslo.
4. Rescatemos el sentido de nuestras formas y tradiciones
Jesús nos fundó y al hacerlo nos miró (a la Iglesia) como a su esposa, sin mancha ni arruga, sin ningún defecto, sino que santa e inmaculada. (cf. Efesios 5, 27). Entonces algo tan bueno, no tiene que preocuparse tanto en evolucionar como lo que sí tiene que preocuparse en volver a ser aquello que era en su origen. Nuestras tradiciones y formas, responden no solo a contextos históricos determinados, sino que al fruto de una relación esponsal con Cristo; son nuestra historia de amor con él. Renegarlas e ignorarlas, sería como querer destruir los recuerdos del noviazgo juvenil de nuestros padres, las fotografías de sus momentos importantes y los acuerdos que han llegado luego de años juntos.
«Brota por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia… frente al modelo que Cristo nos dejó de sí» (Pablo VI, Eclessiam Suam, 3).
Entonces, para finalizar esto, sí estamos de acuerdo con las “hermanas” del video, es necesario escribir una carta con consejos para mejorar el Cristianismo, pero no al Papa, sino a nosotros mismos. El cambio no es desde cero, parte de nuestra identidad y propósito, no se trata simplemente cambiar por cambiar, queriendo modernizarnos con el único afán de no perder integrantes y mantenerlos entretenidos.
En las conclusiones del documento de Aparecida, hay un párrafo que me gustaría dejarte para que, animado por estas palabras, salgas con alegre disposición a renovar todo:
«No hemos de dar nada por presupuesto y descontado. Todos los bautizados estamos llamados a “recomenzar desde Cristo”, a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo poder de afecto, persuasión y esperanza, que tuvo su primer encuentro con los discípulos a las orillas del Jordán, hace 2000 años» (Documento de Aparecida, 549).
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