La noche de los Golden Globes estuvo marcada por homenajes a aquellas mujeres víctimas de abuso y mensajes de repudio sobre todo por los últimos casos de este tipo que salieron a la luz en esta industria y que tomaron más fuerza con la viralización de la campaña #MeToo en redes sociales. El discurso más aclamado de la noche fue el de Oprah Winfrey, quien contó algunas historias de mujeres víctimas de los más terribles abusos en “una cultura rota por hombres poderosos” y afirmó que «durante demasiado tiempo, las mujeres no eran escuchadas o creídas cuando decían la verdad al poder de esos hombres. Pero su tiempo terminó».

En medio de este contexto y con un mensaje muy similar al de Oprah, se presentó este anuncio del New York Times titulado «La verdad tiene voz».

El anuncio del New York Times aboga por el derecho de las mujeres a levantar su voz y la obligación de los medios de transmitir la verdad, pues cierra con las frases: «La verdad tiene poder. La verdad no será amenazada. La verdad tiene voz». Pero, ¿cuál es esa verdad?

La idea central en los discursos de la noche y este anuncio es que la mujer es una víctima total del hombre y éste último, una bestia que no controla sus instintos, pero que además los usa para dominar el mundo a su favor. Defender esta causa ha llegado a ser tan popular que ahora también equivale a la verdad. El problema llega cuando, alguien tiene una postura diferente (es más, ser mujer y no tener esa postura) nos hace ver como ´blandas´ e incluso ´malas´ y si a eso se suma –en mi caso y de muchas otras mujeres– el hecho de practicar una religión, es aún peor por ser ‘conservadoras’ y ‘cerradas’. Sin embargo, y para sorpresa de muchos (incluso mía), muchas autoras y actrices famosas, auto declaradas feministas, están cuestionando esta fiebre del #MeToo, el anuncio del New York Times y los vestidos negros de la noche del Golden Globes como parte de un show mediático fundamentado en un falso empoderamiento femenino.

El término “feminista” es hoy un término tan amplio que abarca (entre otras cosas) temas como la violencia contra la mujer desde el acoso callejero, el abuso sexual, la violencia doméstica, la educación sexual, la desigualdad en lo laboral, político y social (incluyendo el famoso “mansplaining” y hasta la homosexualidad. Y cada uno de estos temas, es llevado al extremo y convertido en una postura única.  Entonces cabe preguntarse: ¿Por qué se han vuelto tan populares esas ideas y pensar distinto puede ser visto incluso como una amenaza? ¿Será que llevar la bandera del feminismo también es el pretexto perfecto para justificar muchos abusos que son parte de la cultura secularizada de hoy? ¿Es coincidencia que uno de los diarios más famosos y polémicos del mundo se declare a favor de todo esto en una de las noches con más audiencia mediática del año?  

Quizás no tengamos todas las respuestas, pero es sano cuestionar y no aceptar como verdades últimas lo que nos vende la prensa y la industria de los famosos.