Esta campaña de Repsol nos muestra a pilotos de motocicletas, aviones y técnicos que trabajan juntos para lograr un reto final. Con el lema «La suma de talentos nos hace llegar más lejos» nos dan la gran lección que con el trabajo en equipo los sueños pueden hacerse realidad. 

Así como en el comercial, también nosotros, para alcanzar nuestras metas, formamos parte de varios equipos: la familia, la escuela, el trabajo, etc, todos ellos lugares donde Dios nos pone para aportar algo a nuestro mundo.  

Tal como lo relata Mateo (25, 14-30) Jesús, en una ocasión contó a sus discípulos una parábola en la que un hombre entregó a sus empleados una cantidad específica de talentos. Cuando regresó, agradeció la fidelidad de quienes los habían puesto a producir y a quien lo enterró y no sacó nada de él, le quitó el talento y con palabras muy severas dijo: «Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes». Esto nos confirma que el reto está en descubrir los dones y talentos que nos han sido entregados a cada uno, y ponerlos al servicio de los demás.  Así la suma de ellos, convertirán el esfuerzo individual en un resultado colectivo. 

El hombre es un ser social que vive en comunidad desde que nace. También Jesús se hizo hombre y decidió compartir de ese modo con nosotros, incluso eligió a los doce apóstoles como el equipo en el que se apoyó para fundar la Iglesia, aún con sus imperfecciones y traiciones humanas les confió su obra salvadora. ¡Qué más ejemplo que este para demostrarnos que si cooperamos en el Plan de Dios, lograremos cosas grandes!, eso sí, sin olvidar el mandamiento de amarnos unos a otros cómo Él nos amó, porque el Amor es la base sólida del cambio positivo.  

Podremos lograr todas estas cosas si tenemos también la capacidad de  “soñar en grande” como dijo el Papa Francisco a los jóvenes en una ocasión en la Plaza de San Pedro: «la vida no se nos ha dado para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado, para que la donemos. ¡Queridos jóvenes, tengan un corazón grande!».

Son muchas las cosas que andan mal en nuestro mundo. Estas situaciones no son la lucha del Papa y de unos cuantos activistas, son luchas diarias de cada uno de nosotros. En nuestras oraciones, conversaciones y manifestaciones en los espacios que tenemos al alcance podemos cooperar con el plan divino. La lucha no es fácil, conlleva grandes esfuerzos para poder cruzar por caminos pedregosos, pero debemos hacerlo. La mejor forma, y la más bonita, consiste en confiar en las manos del Padre (como se abandonan los pilotos del video en las manos de un niño) que con paciencia y ternura moverá los hilos para ayudarles a librar cualquier batalla.