Estamos en tiempo de Adviento, tiempo de espera para el nacimiento de Jesús. Para mí está siendo una ocasión de aguardar con mucho anhelo el día de Navidad, porque he venido a Lima, mi ciudad natal, para pasar las fiestas con mi familia ¡después de nueve años! Así que estoy viviendo estos días previos, en la compañía de mis hermanos, mis padres, mis abuelas, tíos, primos, amigos, y tengo una sensación muy grande y hermosa de “volver a casa”, de “volver a mis raíces”. También, por supuesto, recuerdo con cariño a los que ya no están, pues muchos de ellos eran quienes le daban ese especial enfoque central a Dios en estas celebraciones (mi abuelo, en particular).

La combinación de todas estas emociones es lo que este comercial de la cadena de supermercados Lidl nos quiere mostrar. Con el slogan: «Share more special moments», nos presentan la historia de unos hijos que sorprenden a su anciano padre, llevándolo, muchos años más tarde, a ese lugar especial, donde celebraban la Navidad, cuando su esposa todavía estaba viva.

Lidl ‘Share More Special Moments’ from BOLD on Vimeo.

Esto me remite con fuerza a valorar el sentido de la familia en la Navidad, del amor entre esposos que trasciende años y barreras, y que se va haciendo presente con los frutos concretos del amor de los hijos y demás familiares y amigos. Y es que esto es lo que María y José tenían: una familia en medio de la cual nació el Hijo de Dios y de la que todos los seres humanos formamos parte. Un hogar que da luz y calor para cobijar al Niño, que es lo que buscamos y anhelamos encontrar en nuestras familias y amistades, que comparten el fuego de ese Amor.

El tiempo de Adviento es ese tiempo en el que esperamos a Aquel que nos llevará de regreso a nuestro verdadero hogar, a nuestras raíces más profundas, a esa “cena” familiar donde podremos compartir todos juntos esa alegría eterna. Y la familia, que sigue el modelo de Jesús, María y José, es el lugar propicio para ir preparando el corazón para ello.

«Del ejemplo y del testimonio de la Sagrada Familia, cada familia puede aprender indicaciones preciosas para el estilo y las opciones de vida, y puede tomar fortaleza y sabiduría para el camino de cada día… Viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto recíproco, de la comprensión mutua, del perdón y de la alegría… La verdadera alegría que se experimenta en la familia no es algo casual y fortuito. Es una alegría que es fruto de la armonía profunda entre las personas, que hace saborear la belleza de estar juntos, de sostenernos mutuamente en el camino de la vida. Pero como cimiento de todo está la presencia de Dios, su amor acogedor, misericordioso y paciente hacia todos» (Papa Francisco, Homilía del 27 de diciembre de 2015).