Así como cuando una orquesta está tocando una pieza musical y el solo de violín debe ser tocado por el músico adecuado (no lo va a tocar el pianista o el flautista) que debe seguir bien la partitura para entrar en el momento oportuno de la melodía; o así como en un quirófano en una operación médica el doctor adecuado (no cualquier practicante) debe intervenir en el momento indicado, no al inicio cuando ni siquiera se ha desinfectado la zona a operar, sino en el tiempo preciso, de la misma forma, y en un sentido mucho más profundo, las personas estamos llamadas a entregar la vida, a la persona correcta, en la etapa correcta.

Es la idea que nos presenta el video de este post que nos plantea la pregunta: «¿Tiene sentido esperar hasta el matrimonio en pleno siglo 21?». Un tema en muchas ocasiones minusvalorado y hasta a veces raro para el mundo de hoy. Sin embargo, con una serie de ejemplos, se nos enseña la importancia de hacer esa apuesta por una persona concreta, siguiendo los debidos tiempos de maduración y crecimiento personal y de pareja, hasta esa etapa donde puedo hacer ese “all in” por esa persona exclusiva. Tanto así que es “hasta que la muerte nos separe” en el matrimonio.

Entonces… ¿Son buenas las relaciones sexuales?

Sí. Las relaciones sexuales son un regalo de Dios gracias al cual el hombre y la mujer experimentan una mayor unión (con la alegría, el placer y la grandeza de la íntima comunión que implica) y una tendencia natural también a la procreación. Sin embargo, como nos dice el video, es esencial guardarlo para la persona correcta, en la etapa correcta.

Entonces… ¿Tiene sentido esperar hasta el matrimonio? ¿Por qué no hacerlo antes si tienes la oportunidad?

¡Tiene muchísimo sentido esperar hasta el matrimonio! Ahora te explico por qué con algunos criterios. Sin embargo, es necesario resaltar que para entender en su total sentido esto, es muy importante tener fe y también misericordia (con uno mismo y con la pareja) porque si sucede que “no esperé”, siempre puedo volver a comenzar.

Para comenzar, un dato objetivo: la única seguridad de que ESA persona con la que estás será “la correcta” es que avance contigo durante la relación hasta el paso del matrimonio (ojo, no hay que apurarse, pero si te embarcas en una relación seria, la idea es que esa sea una meta). En una relación se trata de entregarle lo mejor de ti a la otra persona. Y algo que ha costado, que ha sido exigente, que ha requerido paciencia como la castidad, viene a ser un gran regalo que con mucho cariño has guardado y preparado para el otro. ¿Para qué darle ese gran regalo a alguien que no tienes la certeza de que en verdad le pertenecía?

Esperar te da certezas: sabes que estás con esa persona por quien es en verdad y no solo por su cuerpo o por el placer que te genera. Te ayuda a ordenar tus deseos, tus anhelos, lo que quieres vivir, entender que puedes crecer en muchos ámbitos además del sexual. Te ayuda a enfocarte en lo que buscas realmente en la relación y en la persona con la que estás. De esta forma, no mezclas tus anhelos trascendentes con sentimientos de placer y de “sentir compañía”.

El “esperar” te entrena para la fidelidad: si soy fiel ahora a mi pareja, respetando los límites que nos ponemos, eso me puede dar mayor seguridad de que ambos podremos ser fieles el uno al otro ya dentro del matrimonio. De hecho Jason Evert en una de sus conferencias: «Amor sin remordimientos», menciona que los que llegan viviendo la castidad al matrimonio tienen una tasa de divorcio inferior al 60 o 70 %. Obviamente, los matrimonios se cultivan y se cuidan día a día. Una cifra no me va hacer el trabajo.

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar por amor a tu pareja? ¿Viendo que realmente vale la pena, estás dispuesto a esperar? Por todo lo visto, considero que siempre será mejor esperar. Y acá hago un “Mea Culpa”. Muchas veces los católicos nos hemos quedado frente al tema de la sexualidad, con el no, como respuesta: «No hagas esto, no hagas aquello». El tema no es qué no debo hacer, sino que sí quiero tener, qué quiero vivir y cómo quiero ser feliz. Quiero sentirme bien conmigo mismo, seguro de mí mismo y de con quien estoy y poder compartir todo eso con mi pareja (que será, tal vez, mi futura esposa).

«Según la visión cristiana, la castidad no significa absolutamente rechazo ni menosprecio de la sexualidad humana: significa más bien energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena»  (San Juan Pablo II, Familiaris Consortio 33).

Algunos tips para vivir la castidad en pareja

Como hombre, me consta que son las chicas muchas veces las que “ponen los límites”. No hay que tener miedo de dar a conocer nuestras limitaciones y nuestras fragilidades (mutuamente). Pero sobre todo los chicos seamos honestos y también pongamos los debidos límites en lo que corresponde.

Las parejas que tienen dificultades en diversos temas, como a la hora de resolver conflictos, muchas veces utilizan la “pasión física” para remendar las cosas y para convencerse de que la relación es sólida cuando realmente no lo es. Seamos honestos, los problemas se resuelven dialogando, no solo con caricias.

A continuación te propongo algunos tips que espero puedan ayudarte a vivir la castidad y no morir en el intento. Creo igual que siempre será válido que cada pareja haga un ejercicio sincero de decir lo que piensa y lo que quiere:

  • Levantarse de inmediato y renovar los propósitos ante las caídas o recaídas. Importante acudir a Dios y a la confesión.
  • La pareja debe decidir qué tipo de situaciones los ponen en la zona peligrosa y deben planear sus tiempos juntos sabiamente: darse tiempo para actividades varias, cambiar de ambientes, etc.
  • Si algo no queda claro tienes todo el derecho a preguntar (para los chicos principalmente) y puedes decir no, cuantas veces quieras decirlo (para las chicas sobre todo) y la otra persona debe respetar eso.
  • Y por último, pero creo que el más importante: RECEN JUNTOS. Quién mejor que Dios, para ponerle a sus pies sus intenciones, sus anhelos, sus sueños como pareja. Él además les dará la fuerza (si se lo permiten), para ser fuertes antes los momentos bajos, y para irradiar la alegría de quien vive el amor.