

Todos alguna vez nos hemos sentido abatidos, cansados, aburridos tal vez de la cotidianidad de nuestros actos. Tenemos etapas en las que la fe flaquea, nos alejamos de esos hábitos que nos habían convertido en fieles seguidores de Jesús y vemos el panorama un poco gris.
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Tal vez todo se ha juntado, los problemas del hogar y del trabajo, la pérdida de un ser querido, la enfermedad inesperada, la desgracia que algunas veces nos hace cuestionar: ¿Por qué me pasa todo esto? El hecho de ser cristianos no nos hace perfectos, muy por el contrario cuanto más intentamos acercarnos a Dios más nos cuesta creer, escucharlo o mantener la fe que nos queda. Curiosamente hoy compartimos hasta el más mínimo detalle en nuestras redes, alardeamos de vidas simples y perfectas, de logros constantes y preocupaciones olvidadas y tal vez todo esto sea cierto de algún modo pero todos, absolutamente todos tenemos algo que nos inquieta, tenemos derecho a estar tristes, a ver la esperanza lejana, a cuestionar la fe y a sentirnos inseguros.
La sociedad nos hace pensar que estas cosas están prohibidas, hablar abiertamente de nuestros sentimientos está pasado de moda, llorar es para bebés, sentirse solo es para débiles y creer en Dios es de fanáticos. Después de ver este video quiero compartir contigo 3 afirmaciones que tal vez te cuesten creer como católico:
1. Dudamos de nuestra fe: Lo hacemos constantemente, somos seres humanos y está permitido no sentirnos seguros todo el tiempo. La duda nos ataca especialmente cuando tenemos problemas, cuando pedimos algo con devoción y aun así esto no llega y ¡ojo! Es que algunas veces pedimos y pedimos sin antes preguntarle a Dios si ese es el camino que debemos seguir, pues su voluntad no siempre es la nuestra.
2. No nos sentimos escuchados: Oramos y estamos en un diálogo constante con Dios pero en ocasiones no escuchamos sus respuestas, no vemos las señales o tal vez nos falla el oído y la vista porque escuchamos y vemos solo lo que queremos. No encontramos respuestas, sentimos que Dios nos ha abandonado. Esto es totalmente normal y como creyentes atravesaremos una crisis de fe tarde o temprano.
3. Se nos olvida cómo orar: No estoy hablando de que se nos olvide el Padre Nuestro o el Ave María, se nos olvida de qué modo nos podemos dirigir a Dios. No encontramos las palabras adecuadas o pensamos que tal vez no estamos hechos para la oración, para el diálogo que surge con naturalidad. En aquellos momentos en que nos pase esto podemos recurrir a la oración que otros ya han hecho, como por ejemplo los santos. ¡Sácale provecho a otros recursos!
La intención de este post es hacerte entender que es totalmente normal pasar por alguna de estas situaciones, que todos alguna vez nos sentimos perdidos, solos o abrumados cargando la Cruz, y que hasta los santos sintieron que perderían la batalla. ¡Ánimo!
Déjanos saber en qué circunstancias te has sentido perdido o con poca fe y comparte este post con ese amigo o familiar que sabes que lo necesita.
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