

¿Qué harías si conduciendo por una carretera vieses parado a un vehículo en llamas y a su conductor pidiendo ayuda? Pues una cámara oculta se ha encargado de grabar este hecho que ha puesto a prueba la solidaridad de los conductores que circulaban por ese lugar. Ni que decir de la suerte de los que se detuvieron, obtuvieron su premio 😉
Este experimento ha sido el contenido de la campaña publicitaria que ha realizado Burger King con ocasión del día del Buen Samaritano, que se celebra el 13 de marzo en Estados Unidos. Esta vez pusieron a prueba la solidaridad ciudadana, y aunque muchos pasaron de largo, otros no dudaron en detenerse y ofrecer su ayuda. Y este acto de buen corazón fue recompensado.
La verdad es que la idea de la campaña parece todo un acierto. En los países de habla inglesa se utiliza un ordenamiento jurídico basado en el derecho común inglés donde es bien conocida la parábola del Buen Samaritano. De hecho se incluyen las leyes del buen samaritano, que consisten en una especie de protección legal para los ciudadanos que se animan a prestar ayuda a quien pueda necesitarla en un momento concreto, ante los posibles daños que se puedan ocasionar por su auxilio. En los países occidentales, con ordenamientos jurídicos basados en el derecho francés, no existen estas leyes, pero sí una figura similar que es la obligación del auxilio, aunque con matices diferentes.
La parábola del Buen Samaritano es una de las más bonitas del Evangelio. Una parábola que Jesús nos cuenta para explicarnos quién es nuestro prójimo y cómo debemos tratarle. Hagamos un poco de memoria. Un hombre es atacado por unos malhechores cuando va de camino a su aldea, dejándole mal herido. Pasa a su lado un levita (o servidor en el templo) y un sacerdote y siguen de largo. En cambio un samaritano lo ve, lo recoge, lo sana, lo atiende y le busca posada pagando sus gastos. Y para captar mejor el mensaje que Jesús quiere darnos te recordaré la enemistad que existía entonces entre judíos y samaritanos. Dicha antipatía provenía de la división del pueblo judío en el reino de Judá y el reino de Israel. El primero logro establecerse sin mezclarse con otras razas, mientras que el de Israel se unió con otros pueblos al regresar del exilio, siendo motivo de escándalo para los habitantes de Judá, quienes dejaron de considerar a los samaritanos como judíos auténticos.
Quizá en el lugar en el que nos encontremos no se tenga la costumbre de celebrar un día en honor del Buen Samaritano, ni exista un establecimiento de Burger King o un vehículo estacionado en el arcén con el capó en llamas que nos recuerde que podemos tener cerca de nosotros compañeros que requieran nuestro servicio. Pero sí es bueno reflexionar y pensar qué nos quiere enseñar Jesucristo con esta parábola. Y me atrevo a señalarte algunas cuestiones:
1. Jesucristo nos anima a tratarnos con misericordia, que es tener compasión por los que sufren y ofrecerles nuestra ayuda, como hizo el samaritano con el judío.
2. Sin juzgar si nuestro prójimo es merecedor de tal misericordia, porque no se nos ha otorgado a nosotros tal función.
3. Teniendo presente que a las personas no las definen y honran su apariencia sino sus obras. No en vano Jesucristo nos aconsejaba ese “por sus obras les conoceréis”.
4. Por último, aunque la solidaridad y generosidad con la que tratamos a los demás nos puedan parecer gravosas, ello no es más que atesorar tesoros para esta vida y la que viene.
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