

Sentir miedo es algo natural e incluso superable la mayoría de las veces, a no ser que implique un eventual daño de nuestra integridad o de la de los de amamos. Justificado o no, debemos aprender a sobrellevarlo, vivir con este aspecto de nuestra naturaleza, enfrentándolo y superándolo cada vez que sea necesario, con la ayuda de Dios.
El miedo puede paralizar los planes de Dios, haciéndonos dudar de todo aquello que en un momento fueron certezas y propósitos claros. San Ignacio de Loyola, llama “desolación” al estado espiritual en que, viéndonos turbados, dudamos, perdemos la esperanza y nos separamos de nuestro creador, algo muy propio de las situaciones donde experimentamos real miedo:
«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, más estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar» (Reglas de Discernimiento Nº 318).
¿Te acuerdas cómo te sentías antes de tener miedo, los planes que habías hecho, las decisiones que habías tomado? Pues no las cambies cuando estás pasándolo mal. Ese es un mal momento para tomar decisiones. Parafraseando las palabras del santo, el miedo es un mal consejero, no lo escuches.
Te invitamos a ver este divertido y breve video, que ilustra de forma muy simple, cómo nos afecta el miedo y nos propone una muy buena forma de enfrentarlo.
El miedo puede provocar en nosotros una sensación gravitante, eso mismo que provocan los astros que son más grandes que los otros y mantienen a los pequeños atraídos hacia sí. El miedo se alimenta de nuestras preguntas, de nuestras dudas, de nuestro “volver a calcular” aquello que ya habíamos calculado y en ese proceso va creciendo, haciéndose tan grande que atrae todo lo demás hacia él. Puede ocurrir que toda nuestra vida, sobre todo la espiritual, gravite (gire) en torno al miedo. Nuestra oración se trata de eso, miramos la vida desde esa óptica y decidimos conforme a esa sensación del alma.
Alimentar al miedo, darle la posibilidad de un diálogo con nosotros, que él cuestione los planes que Dios ya nos ha encomendado en el corazón, que nos detenga y retrase, es una tentación. Es por eso que para terminar esta reflexión, quiero compartir tres pasajes bíblicos en que varios personajes, habiendo experimentado miedo, recibieron una respuesta del Señor.
1. No temas, le caes bien a Dios (Lucas 1, 30): El ángel le dice a la Virgen María: «No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios». Aquí tenemos una respuesta: imitar a la Santísima Virgen, intentar vivir en la pureza y fidelidad que vivió ella, para que así, cuando llegue el momento de la duda y de la preocupación sobre el futuro, escuchemos en el corazón la voz deDios que nos dice: «no temas, has hallado gracia delante de mí».
2. No temas, Dios está contigo (Josué 1, 9): Josué, siendo joven tuvo que asumir una gran responsabilidad: reemplazar a Moisés y conducir al pueblo de Israel hacia la tierra prometida. Obviamente le tiritaban las rodillas y al perecer más de una vez, pues en muchas ocasiones Dios le repite: «¿Acaso no soy yo quien te ordena que seas fuerte y valiente? No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo donde quiera que vayas». Cuando los desafíos se vean grandes y casi insuperables, recuerda que Dios está contigo, repítelo una y otra vez, no para convencerte y tranquilizarte, sino porque es verdad.
3. No temas, la fe ahuyenta al temor (Mateo 8, 26): Frente al temor de naufragar, los discípulos le reclaman a Jesús pidiéndole que los salve, pues se hunden. Jesús los increpó diciéndoles: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?», dándonos a entender que en un corazón con fe, no hay cabida para el miedo. Que el Señor constantemente esté en nuestra barca y nos aumente la fe, es la oración que debemos repetir para estar preparados para los momentos de tormenta y temor.
Te sugerimos algunos usos para este artículo:
Presentar el video, las tres ideas bíblicas expuestas al final y luego compartir como podemos superar nuestros miedos en situaciones determinadas intentando descubrir cómo Dios ha estado presente ahí.
Puedes hablar sobre el miedo, que cada cual exponga sus ideas, historias, experiencias. Luego les muestras el video y les invitas a reflexionar sobre qué tan real es que superemos nuestros miedos como el protagonista del video. ¿Será tan sencillo? ¿Por qué el miedo va creciendo?.
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