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Vamos directo al punto; cito Wikipedia: «Los Happiness son un grupo de música español ficticio, nacido a raíz de una campaña publicitaria de Tiempo BBDO para MTV España. Se hicieron famosos en 2006 gracias a la canción «Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio», una sátira de los movimientos conservadores en defensa de la familia tradicional (es decir, los cristianos) que se convirtió en un fenómeno de internet. Junto con el video aparece también una organización ficticia llamada Asociación Nuevo Renacer, por una Juventud sin Mácula (…) Dicha organización ficticia tiene como una de sus principales campañas «No mires MTV», tratándose en realidad de una campaña realizada por la propia cadena de televisión. El grupo lo componen cuatro jóvenes, dos chicos y dos chicas, actores que dan vida a la canción compuesta por Guille Milkyway».

Leído esto uno se preguntará que tiene de apostólico un video que nos pone en ridículo. Yo creo que mucho; me explico. A pesar de la sátira evidente de la vida y la virtud cristiana, el video es un material muy interesante para analizar algunos aspectos del joven católico estereotipado. No podemos decir que esta sea una imagen universal; sin embargo, para que haya sido producida y difundida por MTV debe contar con algún grado de representatividad.

Analicemos por un momento lo que nos muestra el video: un grupo de jóvenes anticuados (moda de los 50’s), reprimidos (¿”Hagamos un crucigrama y aplacemos lo otro…”?) atávicos y afeminados (basta ver el baile), con aires de moralistas (la voz me hizo morir de la risa: “joven, recuerda que el amor…”) pero poco inteligentes (¿“Nuevo Renacer”? ¡Redundante!), ridículos (El lema de la asociación es: “Por una juventud sin mácula”, ¡vamos!), ajenos a este mundo (todo el video está hecho para dar esa impresión), en resumen: ¡un grupo de idiotas!

Todo esto contribuye a alimentar una idea de fondo que sin ser explícita, queda bastante clara. Yo resumiría el video en la frase: la felicidad del cristiano es una farsa”. Y es este el aspecto que me parece más importante: ¿Por qué un mundo que promueve la tolerancia y la libertad y está abierto a los distintos modos de realización personal necesita que el modelo cristiano fracase? Si tratásemos de pensar lógicamente según la cultura de la tolerancia, el relativismo y el lenguaje débil que promueve el mundo, las prácticas y el ideal de felicidad cristiano, a lo mucho, deberían ser enfrentados desde la indiferencia. Pero sucede todo lo contrario. En nuestro entorno, valores cristianos como la fe, la castidad, la abnegación, la misericordia, la penitencia, e incluso la caridad (basta ver el libro que escribió Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa de Calcuta) son constantemente atacadas y confrontadas por un mundo que tiene de tolerante solo la apariencia.

¿Qué hay en el ideal de vida y felicidad cristianos que descomponen, hacen retorcer, y le quitan el sueño a nuestra sociedad post-moderna? La respuesta es muy sencilla. Si el mundo pensase que los “Happiness” representan fidedignamente a los cristianos, jamás nadie (¡y menos MTV!) hubiera gastado un centavo en realizar ese videoclip. El problema es que la realidad no es así; porque el testimonio que dan miles y miles de cristianos en el mundo es todo lo contrario al burdo estereotipo de “los Happiness”. De alguna manera, mantener la jerarquía de valores laicistas pasa por la “happinización” de los cristianos. Yo me pregunto: ¿Qué pasaría si se supiera que las parejas cuyas relaciones empiezan después del matrimonio tienen índices de divorcio bajísimos? ¿Qué pasaría si se supiera que la fe contribuye a evitar los miles de suicidios juveniles que aquejan Europa en los últimos años? ¿Qué pasaría si se supiera que una cultura pro-vida aumenta los índices de natalidad necesarios para la subsistencia de una nación? ¿Qué pasaría si se supiera que el VIH retrocede con la promoción de la castidad y no con la distribución de condones? En el fondo… ¿Qué pasaría si los cristianos tuvieran razón? ¿Si la auténtica felicidad estuviese de su parte? Les adelante la respuesta: muchos «valores» modernos tendrían que cambiar o por lo menos, reformularse. Este es el temor (¿terror?) que está detrás del estúpido videoclip que hemos visto. Estereotiparnos resulta un deber si no se quiere que el cristianismo siembre minas en cada una de las falsas promesas de felicidad que el mundo le ha hecho a los hombres; especialmente a los jóvenes.

El estereotipo contribuye a que la gente siga pensando, como los israelitas de aquella época: ¿“Qué cosa buena puede venir de Nazareth”? Por lo demás, ya saben cómo terminó aquella historia. Sabemos que la nuestra terminará del mismo modo: Él ya ha vencido al mundo.