

Hace un par de semanas, Alicia Keys se presentó sin maquillaje y causó todo un revuelo en las redes sociales. Ella dice haber tomado esta decisión para promover la belleza natural. Un día después sale este vide en el que habla de lo que significa (para ella) el activismo, llamando a los jóvenes a tomar parte de la historia, a abrazar causas e incluso utilizar las redes sociales para esto. Incluso hace el ejercicio de imaginar si Gandhi, o M.L.King tuvieran Instagram o Twitter.
Muchas de las cosas que Alicia comparte con nosotros son ciertas. Efectivamente los jóvenes somos el futuro de la humanidad y si no nos comprometemos con nuestra realidad, podemos llegar a perpetuar a través de nuestra generación situaciones injustas. Nosotros podemos traer una mirada nueva a los problemas contemporáneos, dar opiniones nunca antes pronunciadas y aportar soluciones desde una posición privilegiada: la fuerza e ilusión de la juventud.
Desde la perspectiva de la gran tarea que tenemos los jóvenes en nuestras manos, no quisiera dejar de mencionar ciertos puntos que creo que deben acompañar al discurso del “actuar”.
Es cierto que estamos llamados a comprometernos y mejorar nuestra realidad y está claro que causas nobles no nos faltarán nunca (luchar contra la pobreza, acompañar a los mayores en sus últimos años de vida, proteger a la vida desde la concepción, defender la institución del matrimonio, etc.) Desde el punto de vista de un cristiano es muy común que nuestras parroquias o familias espirituales, nos inviten a participar en distintas iniciativas para ayudar a quienes más lo necesitan. Y aquí mi duda es: ¿cómo lucha por una causa un cristiano? Lo primero que me atrevería a decir para responder a esa pregunta es lo siguiente: somos instrumento de la voluntad de Cristo, somos siervos del Señor puestos a disposición de quienes nos necesitan.
Es más fácil de lo que creemos caer en un tipo de “vanidad del voluntario” creyendo que ayudamos a los demás porque somos buenos;, cuando verdaderamente nos entregamos a los demás para que ellos puedan recibir el consuelo de Cristo a través de nuestras acciones. Vivir de la vanidad del voluntario puede llevarnos a estar involucrados en varias causas “nobles” pero estar vacíos por dentro. En efecto, si queremos ser personas al servicio de Dios, es solo a través de la oración que hacemos el silencio necesario para poder escucharle, es una de las formas más privilegiadas que hay para que Él transforme nuestro corazón y nos convierta en fieles instrumentos suyos.
Lo segundo que considero importante a la hora de involucrarse con una causa es estar informado. Como jóvenes que somos, y buenos cristianos que queremos ser, tenemos un gran anhelo de hacer algo por quienes más lo necesitan. Puede ser el caso que no encontramos fácilmente cómo aportar y aquí es donde hace falta poner la antena. Sepamos donde nos estamos metiendo: hoy por hoy hay miles de instituciones y ONGs por medio de las cuales se puede “echar una mano” a quienes lo necesitan; pero de no informarnos bien, podemos estar gastando recursos o colaborando a extender valores que no compartimos. Por poner un ejemplo: existen instituciones que al recaudar dinero donado, 50% del mismo deberá ser destinado a mantener a la propia institución u otras ONGs que no mencionan que parte de los medicamentos donados a personas en necesidad son pastillas abortivas, o hasta corporaciones levantadas para solucionar problemas sociales que no existen. A lo que voy es que cuidado con comprarse el slogan o la marca de la institución y malgastar tiempo y dinero que quieres poder poner a buen servicio.
En tercer lugar, la coherencia. Nos puede pasar que nos involucramos en mil actividades parroquiales y de solidaridad pero nuestra vida personal y cristiana deja mucho que desear. El compromiso con nuestra vida cristiana y el no dejar de trabajar en nosotros mismos (mitigando nuestros defectos y promoviendo hábitos virtuosos) es clave para un voluntario cristiano. De nada te sirve ser un ángel fuera de casa si al llegar eres un extraño. Es verdad que en casa puede costar un poco más (porque la convivencia puede llegar a sacar lo mejor y lo peor de cada uno) pero ten siempre en mente que quien más necesita de tu cariño es quien vive contigo. Saber ser solidarios en casa y promover causas nobles en casa, para poder comunicarlas mejor fuera. Ya saben que nadie da lo que no tiene.
Para concluir, como nos recuerda Alicia, somos jóvenes con un mundo entero en nuestras manos que espera saber que podemos hacer por él. Como nunca, ahora tenemos una red de tecnología a nuestro servicio para promocionar nuestras ideas. Y sí, es hora de involucrarnos con las personas que nos necesitan, pero recordemos que ningún soldado va a la guerra sin sus armas. El conocimiento personal, el compromiso con nuestra vida cristiana y el informarnos correctamente de la causa a abrazar son cruciales para empezar a poner nuestros dones y talentos al servicio de los demás.
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