bakhita

¿Conoces la vida de Santa Josefina Bakhita? Su historia es asombrosa. El Papa Benedicto XVI escribió en la Encíclica Spe Salvi (Salvados en esperanza):

«Nació aproximadamente en 1869 — ni ella misma sabía la fecha exacta— en Darfur, Sudán. Cuando tenía nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida.

Por fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano Callisto Legnani que, ante el avance de los mahdistas, volvió a Italia. Aquí, después de los terribles «dueños» de los que había sido propiedad hasta aquel momento, Bakhita llegó a conocer un «dueño» totalmente diferente (…) al Dios vivo, el Dios de Jesucristo.

Cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó. El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión de manos del Patriarca de Venecia. El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la Congregación de las hermanas Canosianas…»

Falleció en Italia en 1947, siendo canonizada el 1 de octubre del 2000 por el Papa Juan Pablo II, quien la llamó: «Nuestra Hermana Universal»

«Bakhita» significa «afortunada», así la llamaron sus secuestradores. Cuando fue bautizada recibió el nombre de Josefina.

Varias son las virtudes que podemos destacar de la santa, pero compartiré las que me impresionan más.

Una vida de servicio

Toda su existencia fue de servicio. Al principio siendo esclava, cumpliendo los caprichos y mandatos de sus patrones. Después, sirviendo por más de cincuenta años al servicio de Dios y los demás como religiosa, cocinando, limpiando, atendiendo a los niños y a los más pobres.

Esperanza y resiliencia

santa bakhita

La resiliencia es la capacidad de superar la adversidad. En ocasiones atravesamos por momentos que parecen sobrepasan nuestras fuerzas, pero el Todopoderoso nunca va a permitir que pasemos por algo que no podamos soportar. Es en esos duros momentos que tenemos la opción de quedarnos sumidos en la desesperación o seguir adelante y fortalecernos más.

La persona resiliente tiene esperanza. Es decir, cree que aun cuando parezca que no hay salida, siempre hay una posibilidad de que todo cambie. De sacar algo positivo de lo negativo y descubrir que la vida tiene sentido.

Si somos cristianos, confiamos en el Señor y sabemos que no luchamos solos, sino que nuestro Creador es el que nos sostiene.

Santa Bakhita es un ejemplo de resiliencia y esperanza. Fue esclava, tratada como «bestia de carga». Cuando conoció el cristianismo, supo que «Dios había permanecido en su corazón», haciéndola fuerte para soportar la esclavitud.

Siendo religiosa, trasmitió a otros la esperanza con su testimonio. Tenía certeza en la vida eterna y decía: «Cuando se ama mucho a una persona, se siente un gran deseo de estar con ella. Así pues, ¿por qué tener miedo de la muerte? Es ella la que nos conduce a Dios».

Santa Bakhita, una mujer que supo perdonar

Sobre el perdón a quien nos ha hecho daño, en su autobiografía escribe:

«Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa».

«Siento compasión por ellos. Ignoraban sin duda la angustia que me ocasionaron. Ellos eran los dueños y yo era la esclava. De igual modo que nos es natural hacer el bien, de igual modo era natural para ellos hacer lo que hicieron conmigo. Lo hicieron por costumbre y no por maldad».

¿Tú y yo diríamos lo mismo si hubiéramos estado en su lugar? Solo la acción de Dios y una vida íntima de unión con Él pueden conservar nuestro interior en paz, sin resentimiento alguno, manteniéndonos en oración por quienes tanto daño nos ha hecho.

Como dice la Biblia: «Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Romanos 8,28). La vida de Santa Josefina Bakhita es la mejor muestra de ello. «El Señor me ha amado tanto… debemos amar a todos. Tenemos que ser compasivos».