Uso de pantallas: cómo infieren en nuestro comportamiento

El uso de las pantallas… un tema tan recurrente en nuestros días. Hoy quiero compartir algunas ideas que escuché en una charla interesantísima de la psiquiatra Marián Rojas Estapé (hija del renombrado Dr. Enrique Rojas, quien escribió el best-seller «El hombre light»).

En ella hacía algunas reflexiones que me parecieron muy importantes y que creo nos aportan mucho para nuestra felicidad. Hablaremos del uso de las pantallas, de neurociencia, de redes sociales y de experiencias fundamentales de nuestra vida. A mí me ayudó mucho, y ¡espero que les sirva también!

El video completo dura 45 minutos y vale toda la pena verlo. Está titulado «Entender la mente, las emociones y el comportamiento en un mundo de pantallas».

La felicidad no es una emoción

Las emociones son parte de la felicidad. Pero este anhelo, con el cual todos nacemos y buscamos a lo largo de toda la vida, se puede entender mucho mejor cuando hablamos del sentido de la vida. Es decir, seremos más felices en tanto descubramos el sentido de nuestras vidas.

Sin embargo, vivimos en una cultura que busca constantemente emociones vibrantes, intensas. Nos volvemos adictos a placeres que pueden brindarnos esas emociones, como por ejemplo: las drogas, el alcohol, el sexo o la pornografía.

Hoy en día, las mismas redes sociales, más allá de todo lo positivo y necesario que tienen, también nos están volviendo adictos. Y ya sabemos, por conocimientos neurocientíficos, que trabajan en nuestra mente, generando la misma adicción que causa la cocaína.

Buscamos sentirnos queridos y amados

Y hacemos lo que sea necesario para eso. Es una necesidad natural, algo fundamental, así como querer ser felices. Es más, están íntimamente relacionados. Mientras más querido y amado me sienta, más feliz me experimento.

Sabemos por la neurociencia, que las dos hormonas de la dopamina y la endorfina —entre otras— incrementan esa sensación de placer. Y tenemos un problema muy grave aquí.

Cuánto más nos vamos haciendo adictos de las famosas hormonas de la felicidad, menos utilizamos nuestro lóbulo frontal, que es la parte del cerebro encargada de nuestras acciones morales, de las decisiones y los actos que sabemos tienen ciertas consecuencias, que son imprescindibles para nuestra felicidad.

Importancia del estado de ánimo para la felicidad

Las cosas que pensamos a lo largo del día son muy importantes para nuestro estado de ánimo. Además, tenemos una voz interior (que es nuestra consciencia), con la cual experimentamos si somos o no felices.

Vale la pena decir que, para nuestro cerebro, lo que cuenta para registrar nuestros niveles de felicidad, no es tanto la realidad en sí misma, sino la percepción que tenemos de la realidad. ¿Cómo pensamos la realidad?

Si estoy todo el tiempo tenso —con altos niveles de cortisol— y no busco las cosas que realmente me hacen feliz, como por ejemplo la entrega generosa por los demás, el esfuerzo por ser buenos cristianos o la atención para ser personas serviciales, vamos a tener un corazón vacío.

El corazón del hombre es feliz cuando se nutre del amor, y por supuesto, si no es así, caeremos en la frustración y el vacío. En la desesperación o la desesperanza.

Tenemos en la parte posterior de nuestro cerebro, el sistema reticular ascendente, que es un impulso muy fuerte que nos mueve a buscar lo que nuestro corazón —esa voz interior de la conciencia— desea. Esto permite que estemos atentos y nos esforcémonos por vivir y encontrar lo que sabemos nos hace realmente felices.

El peligro de las pantallas digitales

Conocemos de sobra los aspectos positivos de las pantallas, (y también los negativos). Todos tenemos una computadora o una tablet a nuestro alcance, y principalmente: smartphones, que son casi una extensión de nuestro cuerpo.

Sin embargo, el uso excesivo de las pantallas inhibe esa búsqueda y admiración ante la realidad, que es fundamental para darle sentido a la búsqueda que vivimos por nuestra felicidad. La fascinación que nos generan esos aparatos anula ese esfuerzo por descubrir la felicidad.

¿Cómo es esto? El auténtico amor, el servicio, la generosidad o el esfuerzo que implican ciertas tareas necesarias para darle sentido a nuestras vidas, exigen un grado de atención y concentración, que obviamente, nos llevan a ciertos niveles de estrés y posible aburrimiento.

El problema se presenta, precisamente, cuando tenemos esos sentimientos —que a nadie les gusta, por supuesto— y cogemos el teléfono para aliviar esas tensiones. Recordemos que las redes sociales fueron diseñadas para disparar chispazos de dopamina y endorfina, cada vez que recibimos un like, vemos que tenemos más seguidores, etc.

¿Cuál es el problema? Nos vamos volviendo cada vez menos resistentes a la frustración o el aburrimiento y recurrimos a nuestros celulares, como un alcohólico recurre al minibar cuando se siente vacío o aburrido.

Dos aspectos fundamentales de la felicidad: el amor y el trabajo

Las dos fuentes principales de la felicidad, en la vida de una persona humana, son: el amor que es fruto de relaciones de amistad, construidas a lo largo de los años, y el trabajo bien hecho, que demanda esfuerzo y paciencia.

En ambos casos, se necesita dedicación, esfuerzo, constancia, paciencia, tenacidad, templanza. Para lo cual, es importantísima esa corteza frontal de la que hablábamos previamente.

Esta permite que podamos vivir la atención, concentración, resolver problemas y esperar. Y para conseguirlo hay que educarla, desde chicos, a lo largo de nuestra vida.

Si estamos tan acostumbrados a poner la atención —e imagínense a un niño que desde sus primeros años lo hace— en las luces, sonidos y movimiento de las pantallas, es muy difícil forjar la atención para la madurez, que implica el amor y el trabajo.

Debemos esforzarnos por poner nuestra atención en «cosas» distintas: el lenguaje, la lectura, aprender a esperar, hacerlo con calma, aprender lo moralmente correcto, que implica un pensamiento abstracto, muy distinto a lo aparatoso de esos dispositivos.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar, no se trata de satanizar estos dispositivos electrónicos, de ninguna manera. Debemos aprender a utilizarlos de modo responsable, en vistas al buen desarrollo de nuestra personalidad.

Para eso, nos dice la doctora Marián Rojas, que es fundamental regular el uso de las pantallas, principalmente, para los chicos que están en formación.

Quitar las notificaciones, y buscar lo que necesito cuando yo mismo las quiera buscar y no cuando el teléfono me «obligue». Disminuir todo lo que podamos el uso de las redes sociales (máximo una hora al día).

Están diseñadas y fueron pensadas para atraer nuestra atención de forma adictiva. Poner nuestros móviles en «modo avión» cuando estemos con otras personas. Es científicamente sabido, que nuestro interlocutor siente que no nos importa, cuando tenemos un celular presente en la conversación.

Las pantallas deben ayudar, pero no convertirse en adicción. Debemos manejarlas nosotros y no al revés, que es gran causa de problemas psiquiátricos en los jóvenes de hoy. Como lo he dicho, no se trata de dejarlo todo, pues nos brinda muchísimas cosas positivas, pero sí debemos utilizarlos con mucho más criterio.

Cuéntanos qué opinas sobre el tema del uso de las pantallas en los comentarios. ¡Te leemos!