

Todos podemos ser testigos de la magia sin tener que pagar un solo centavo. No hay que utilizar cartas, meter conejos en sombreros, cortar el cuerpo de alguien por la mitad o desaparecer objetos: solo tenemos que abrir los ojos y sentirnos privilegiados porque podemos ver, tocar, oler, saborear, abrazar, llorar o reír al mismo tiempo. Eso es magia.
Casi a diario nos quejamos: “estoy aburrido, estoy triste, no me pasa nada interesante, todo lo bueno le pasa a los demás, la vida no tiene sentido”. ¡Qué ciegos somos! La magia (que en este caso se traduce en milagro) ocurre todos los días, en cada rincón de este planeta.
En muchas ocasiones perdemos la esperanza, las ganas de seguir adelante, las ganas de correr por nuestros sueños o de materializar nuestras ilusiones. Nos damos por vencidos y le abrimos la puerta a sentimientos de tristeza o derrota. En el video que les presentamos hoy se nos invita a hacer una reflexión acerca de lo que consideramos valioso en nuestras vidas, a pensar en lo que nos impulsa a abrir nuestros ojos para ver las maravillas que tenemos delante de nosotros y que muchas veces desaprovechamos.
No encuentro las palabras para describir el momento en que conoces a tu hijo. No se ha inventado aún la forma de descifrar cuánta alegría se apodera de tu alma, es casi como si pudieras tocar el cielo con las manos. Ser madre me ha permitido mirar el mundo con otros ojos. Mi pequeño tiene diez meses y cada día me enamoro más de su inocencia, del asombro de sus ojos. ¡La alegría que puede traer un pequeño a cualquier hogar es infinita! Puedo afirmar hoy que el nacimiento de un bebé le devuelve la esperanza a cualquier corazón que se sintió olvidado. ¿Qué sería de tu vida sin la sonrisa de tus hijos?
¡Es increíble ser testigo del asombro de los niños! Puede que tal vez no tengas hijos pero estoy segura de que en alguna ocasión has tenido contacto con algún chiquitín. ¡Son una bomba de sorpresas, están repletos de magia, son una cajita de milagros, parecen brillar tanto como las estrellas que acompañan cada noche a la luna! Sus ojos se deshacen ante las maravillas que, para nosotros, solo hacen parte de lo cotidiano. Podemos hacer el experimento con cualquier niño: darle una flor, mostrarle un renacuajo, contarle una historia, hacerlo cargar a un gatito o a un perro, ayudarlo a contar las estrellas, mostrarle un pez o un grillo… ¡cuándo son pequeños todo es nuevo! Sus ojos se llenan de ilusión, simplemente no lo pueden creer, sienten emoción, nervios, ansiedad y luego sus ojos se posan en los nuestros, llenos de interrogantes, de dudas, buscando permiso para poder creer en lo que tienen entre sus manos.
Todo fue creado para nosotros. Cada mañana el rocío abraza a las flores tan delicadamente como una madre lo hace con su hijo, el águila emprende viajes interminables, brotan nuevos manantiales de agua, florecen los campos, la lluvia moja desiertos, crecen árboles, germinan semillas. ¡Hemos perdido la capacidad de asombro! También la oportunidad de maravillarnos ante lo que creemos es “nada”, cuando en realidad se trata de un regalo de Dios. Nuestros ojos están nublados por los problemas, el materialismo o la vanidad. ¿Cuántas veces hemos estado atascados en medio del trafico mientras el sol se oculta majestuosamente frente a nuestros ojos? ¿Cuántas veces las estrellas dieron todo un espectáculo de luces mientras nosotros desperdiciábamos el tiempo en cosas banales? Algunas veces pienso: cuántos milagros desaprovechados, cuántos amaneceres sin una mirada, cuántos “papá ven a jugar conmigo” remplazados por un “más tarde”. Estamos llenos de excusas y nos jactamos diciendo que nos hace falta esto y lo otro, cuando en realidad podemos tocar la magia con nuestras propias manos. Somos seres egoístas y caprichosos que tristemente nos hemos deshecho del niño que fuimos algún día y hemos permitido que nos arrebaten la inocencia.
El protagonista del video, no solo se da cuenta de que la magia está en cada acto que realiza en compañía de su hijo, sino que él también es portador de ella. Hay que convertirnos en magos pero “no en los que hacen ilusiones para mostrar lo que es falso, si no en los que ofrezcan esperanza señalando lo que es real”.
¡Somos los espectadores de una obra maestra! Tenemos puestos en primera fila para ser partícipes de la creación de Dios. ¡Despojémonos de la tristeza! ¡No demos por sentado nada! ¡Nunca es tarde para empezar! Recordemos que la magia no tiene que ver con desaparecer objetos o personas, tiene que ver con ser testigo de las maravillas que nos rodean: “la verdadera magia es la revelación, el descubrimiento, la maravilla de lo inesperado con la que Dios nos rodea todos los días”.
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