

El rezo de las tres Avemarías antes de dormir es una tradición cristiana muy antigua. Una piadosa tradición del siglo X, cuenta que Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras almas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Esta simple pero poderosa devoción fue impulsada por muchos santos, incluyendo a San Antonio de Padua, San Leonardo de Puerto Mauricio y San Alfonso Ligorio.
Seguramente, nuestras madres y abuelas nos enseñaron a rezarlas de pequeñitos. Conozco a muchísimos adultos que lo siguen haciendo noche tras noche. La devoción a la Virgen es importante, y esta corta práctica de piedad manifiesta un cariño de niño, es como despedirse de nuestra Madre antes de dormirnos. Es un verdadero detalle de ternura y de fe, y por eso también conviene que forme parte de nuestro plan de vida espiritual.
Las tres Avemarías y la pureza
San Juan Pablo II ponía en evidencia el lazo que une la pureza y la piedad, virtud que nos sitúa en relación con Dios y con los demás, y subraya que: «De la pureza brota esa belleza singular que impregna cada esfera de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal».
La piedad, fruto de la inhabitación del Espíritu Santo, daba autenticidad y plenitud de sentimientos a santa María en sus relaciones con los demás. En la Virgen Madre, que es paradigma de la pureza, maternidad y virginidad coinciden.
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Los que imploran la gracia de la pureza pueden recurrir siempre a su mediación, especialmente en el momento de la tentación. Por eso, muchos cristianos tienen la costumbre de rezar tres Avemarías antes de acostarse, pidiendo precisamente el don de la pureza.
¿Cómo se rezan?
Antes de acostarse, los que pueden se arrodillan, los que les resulta más difícil, lo pueden hacer de pie. Rezar tres Avemarías a la Virgen, pidiendo la pureza propia y ajena. Y luego, podemos ponernos agua bendita, que es un sacramental que borra los pecados veniales y ahuyenta al demonio.
Si quieres escuchar una meditación sobre esta pequeña práctica de piedad puedes hacer click aquí. Este artículo es parte de la serie plan de 10 Min con Jesús América Latina. Para ver más material sobre la serie puedes seguirnos en Instagram o Facebook.
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