¿Transmites esperanza a los demás? Mira estas dos historias y responde
Si Dios nos ha confiado tanto a nosotros es porque tiene esperanzas en la humanidad. Debe ver algo en nuestra naturaleza que nosotros no vemos. Pensarlo así nos llena de responsabilidad, pero al mismo tiempo, nos llena de entusiasmo por hacer las cosas bien, porque nuestro paso por el mundo no sea en vano.
Queremos compartirles dos historias (sabiendo que hay muchas más) para reflexionar sobre esto. Dos historias que mediáticamente han sido muy populares por lo que vale la pena detenerse a mirar qué fue lo que ocurrió en ellas.
El Panda es el ícono de la preservación animal, es el ejemplo de cómo hemos vulnerado el cuidado de la creación que se nos ha encomendado, destruyendola y haciéndola desaparecer. Desde mediados del siglo pasado el Panda estaba dentro de la lista de animales en peligro de extinción, pero desde el pasado 4 de Septiembre ya no está más en esa lista y ha pasado de «en peligro» a «vulnerable». Su población ha aumentado en un 17% del 2004 al 2014. Esto no ocurrió por magia. Esfuerzos políticos, coordinación ambientalista, reforestación de los bosques de Bambú, una gran campaña de concientización a través de los medios de comunicación, la prohibición de su caza, dentro de muchas otras acciones, han dado sus frutos , y hoy podemos alegrarnos por lo que hemos logrado. Puedes leer más de la historia aquí .
La segunda historia es sobre el«Ice bucket challenge». Seguro recuerdas que en 2014 miles de personas subían sus videos lanzándose cubetas de agua y hielo sobre sus cabezas y retando a sus amigos para que hicieran los mismo. Bueno, esa campaña mediática no tenía como objetivo educar a la gente sobre qué hacer frente a una ola de calor, sino que, junto con arrojarse agua fría, hacer un aporte económico a «ALS Association», una fundación Estadounidense que requería financiamiento para estudiar la Esclerosis lateral amiotrófica. La campaña fue criticada porque muchos de los que se lanzaban hielo sobre la cabeza, lo hacían por moda y nunca se enteraron de que se trataba realmente. Pero resultó que la campaña fue un exitazo. En 8 meses reunieron 115 millones de dólares. Gran parte de ese dinero lo dedicaron a investigación y han descubierto tres genes responsables de la enfermedad y que se espera ayuden a desarrollar nuevos tratamientos. Junto con eso, la fundación aumentó su cobertura de pacientes en un 100%. Todo un éxito esto del hielo en la cabeza. Puedes leer más de la historia aquí. Puedes ver las noticias, no quiero aburrirte con más detalles, pero sí quiero dejarte ese gustito dulce que seguro el Señor también debe tener al mirar lo sucedido con estas dos historias. Aún hay esperanza en la humanidad.
La misericordia realmente puede contribuir a la edificación de un mundo más humano.
Es por eso que quiero proponerte algunas preguntas para tu reflexión personal y para que puedas compartirlas en tu grupo o comunidad, seguro les ayudarán a mirar de forma más positiva y esperanzada la realidad. 1. Te invito a recordar lo que dice el libro de lamentaciones: «Por hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza, El amor no se acaba ni se agota, su compasión cada mañana se renueva, ¡qué grande es su fidelidad!»(Lam 3, 21-22).Entonces si Dios ha sido bueno y nos recuerda que seguirá siendo bueno con nosotros, ¿Por qué enfrentamos los grandes desafíos de la humanidad (cuidado del medio ambiente, pobreza y crisis económica, etc.) con desesperanza? Hay algo del mal espíritu que nos arrastra al pesimismo y la derrota cuando se trata de cosas grandes. 2. Mirar la propia vida, la que vivimos como cristianos. ¿Hacemos nuestro trabajo de cristianos? Es probable que al ver nuestras propias vidas, en los que primero pensamos es en la vida de los demás y por ello sentimos que, si nosotros hacemos poco por mejorar al mundo, los demás también, entonces: ¿Hemos hecho reales esfuerzos por llevar esperanza al mundo a través de nuestros testimonios de vida, nuestras familias y ocupaciones? 3. En nuestros grupos y comunidades, en donde probablemente compartimos estas reflexiones: ¿Cómo convertir nuestros espacios comunitarios en lugares de esperanza, en donde se acuñan a diario historias como las del Panda o de la cubeta de hielo? El Señor nos ha enviado como mensajeros de buenas noticias, portadores de la luz. Salgamos impulsados por tu envío misionero a repetir estas historias por todo el mundo, Él tiene esperanzas en nosotros, recuperemos nosotros la esperanza en la humanidad y construyamos un mundo mejor.
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