

«McFarland, USA» es una película divertida y alentadora protagonizada por Kevin Costner, basada en la historia real de Jim White, un entrenador de futbol americano quien, en busca de nuevas oportunidades, se traslada con su esposa y dos hijas al condado de McFarland, en el estado de California. Ahí se instala, urgido por la necesidad, en un barrio de escasos recursos y habitado en su mayor parte por hispanos.
En este encuentro entre dos “culturas” encontramos un primer aspecto muy interesante de la película. Poco a poco los White van siendo cautivados por una tradición cultural muy distinta llena de espontaneidad, alegría y, sobre todo, con un sentido muy fuerte de familia y solidaridad. Son, sin lugar a dudas, rasgos muy presentes en la idiosincracia latinoamericana y que muchas veces aparecen como relegados en las sociedades modernas y en particular en los Estados Unidos.
Lo central de la historia, sin embargo, gira en torno a la labor de Jim como profesor de educación física de la escuela secundaria, donde descubre en algunos jóvenes un potencial enorme para las carreras de cross country. Sin ninguna experiencia como entrenador de esta disciplina, que la película nos muestra como reservada para escuelas de mayores recursos, White se embarca junto con un grupo de alumnos —al principio reticentes— en toda una aventura deportiva.
Tendrá que usar la astucia, la motivación y gran creatividad para ir venciendo los obstáculos que se van presentando. Deberá por encima de todo ganarse a los propios alumnos, cada uno con sus problemas y dificultades. Ambientada en 1987, McFarland era en esa época uno de los condados más pobres de los Estados Unidos, y en la labor de White será clave comprender realmente la situación de cada uno de estos muchachos. Esta necesidad lo llevará incluso a trabajar como ellos en los inmensos campos de cultivo que se encuentran en California.
De la mano de White, en un deporte en el que importa tanto el triunfo individual como el esfuerzo en equipo, los jóvenes irán descubriendo un nuevo horizonte de camaradería, solidaridad y, en particular, de superación de límites tanto reales como auto impuestos. White, a su vez, descubrirá en McFarland —junto con toda su familia— una experiencia de comunidad y sentido de pertenencia como nunca antes la había experimentado.
A pesar de ser una historia ya contada muchas veces, McFarland, USA logra superar con éxito los estereotipos para ofrecer de modo novedoso una historia entretenida y llena de valores, a la vez que un valioso testimonio tanto acerca del valor del esfuerzo individual como de la necesidad de lazos que nos unen a los demás para alcanzar las metas propuestas.
Lo sembrado dio sin duda frutos pues, como nos lo recuerda el final de la película, muchos de estos jóvenes cuya participación en el equipo de cross country abrió nuevos horizontes para sus vidas regresaron, ya adultos, a McFarland para ayudar en su antiguo colegio y alentar a muchachos como ellos, invitándolos a soñar con nuevos horizontes de realización. Esto, sin duda, da el sello a una historia digna de ser contada.
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