

Cada vez es más común que chicos y chicas dejen sus casas para poder terminar sus estudios en el extranjero. En mi caso, dejé de vivir en Ecuador a los 18 años para estudiar Derecho en la Universidad de Navarra, en España (hace ya 5 años). Esta situación, marca el comienzo de una nueva etapa en la vida, la etapa en la que «dejas el nido» y das los primeros pasos hacia la vida adulta. Es un momento que muchos esperan con emoción, pero que también causa un poco de temor por la incertidumbre de lo nuevo. Me acuerdo de haber estado muy inquieta por querer tener nuevas experiencias, conocer otras ciudades y formas de pensar, pero también de estar muy nerviosa por lo que se venía: ¿Qué significa que me vaya a independizar? ¿Estoy lista para independizarme?
Independizarse implica contar con mayor libertad a la hora de tomar decisiones; además de ser enteramente responsable por las consecuencias de estas (dos caras de una misma moneda). Supone la capacidad de resolver situaciones a la luz de nuestro propio criterio sin estar a la espera de la confirmación «necesaria» (que sí posible) de algún superior (nuestros padres).
Para quien esté a punto de dejar su casa y de vivir lo que significa ser independiente, he aquí los siguientes consejos:
1. Alcanzar la independencia emocional


Cuando vives cerca de tus amigos y familiares, tus relaciones con ellos suelen basarse en el cariño que nace de las experiencias compartidas. Ahora que estarás lejos, dichas experiencias no serán propiciadas por el medio, al no encontrarse en la misma ciudad, país o continente; la relación perderá la cotidianidad que antes se daba por supuesto. Al hablar de «independencia emocional» me refiero a que no dependas exclusivamente de dicha convivencia (a veces aleatoria) para saber cuidar y mantener tus relaciones, busca y crea situaciones de encuentro en las que puedas conversar y compartir con tus seres queridos. Para bajar a tierra un poco esta idea, te pongo un ejemplo: normalmente sueles hablar con tus padres todos los días porque siempre están en tú casa (o mejor dicho tú en la suya), ahora que estarás lejos, no te los encontrarás todos los días por lo que los momentos de convivencia se verán reducidos. Al ser independiente, te das cuenta que quieres conversar con tus papás y seguir teniendo una relación cercana con ellos, con lo cual, buscas una forma de hablar todos los días para que sepan que los tienes presentes (un mensaje de buenos días por WhatsApp o una llamada). Ser independiente emocionalmente no significa desentenderte de tus lazos, por el contrario, implica que estos sean más maduros y comprometidos.
2. Intentar establecer cierta independencia económica


La economía, como el propio concepto indica, consiste en saber cómo distribuir los recursos que se tienen para atender de la mejor manera las necesidades que existen. La independencia económica que creo es necesario alcanzar, es que tú con cuánto dinero tengas, cualquiera que sea su procedencia (mensualidad de tus padres, sueldo del trabajo, beca de estudio), sepas organizarte y poder hacer frente a todos los gastos que vayas a tener. Preparar un presupuesto mensual suele ser la forma más fácil para saber organizarse, esto te ayuda a ver fácilmente cuáles son los gastos necesarios y previsibles que tendrás, y cuáles son aquellos gastos de los que puedes prescindir si las cosas se ponen complicadas. Ser responsable a este nivel suele ser el más difícil (lo digo por experiencia), ya que estamos acostumbrados a que nuestro padres se encarguen de esos temas en la casa. En efecto te permite experimentar cuál es realmente el valor de las cosas. Un pequeño tip para saber controlar los gastos es entrar constantemente a la página de nuestra cuenta bancaria, así somos conscientes de cuanto gastamos, a qué ritmo y en qué cosas. Llegas a conocer tu perfil como consumidor y sobre esa base tomas las decisiones sobre en qué áreas de mis gastos quiero reducir cantidades.
3. Velar por la independencia cultural
La cultura es la forma en que el hombre lleva a cabo las labores ordinarias de su existencia: como come, la forma en la que viste, la forma en que festeja, la manera en que la familia se organiza, etc. Cuando tu viaje de estudios incluya que debas vivir en un país de cultura distinta, puede que seas de esas personas que experimente el llamado «shock» cultural. Lo curioso de las diferencias culturales es que estas existen con respecto a elementos que desde nuestra forma de pensar no concebimos se puedan dar. Cuando comencé mis estudios en España, sabía que las palabras en español (castellano) que usarían serían distintas a las que yo estaba acostumbrada, pero sinceramente no se me ocurría que una de las formas en que se puede comer papa, es hacer de ella una tortilla y después comértela entre dos rodajas de pan baguette (¡son demasiados carbohidratos juntos!), un sándwich de papa, ¿quién lo diría?
Tendemos a pensar que conocer otras culturas es bueno, y es cierto, pero la duda está en qué tanto permito que este nuevo ambiente influya en quién soy hoy y quién seré dentro de unos años. En este tema la independencia invita a saber tomar una posición activa respecto de esta nueva cultura, y tomar de ella lo que consideramos valioso para incorporarlo a nuestro modo de vida. Al mismo, tiempo dicha posición dinámica te da la oportunidad de criticar tú cultura y saber qué cosas quieres conservar, promover y cuidar y qué otros rasgos prefieres cambiar. En definitiva es saber interactuar con dicha cultura distinta al mismo tiempo que mantener tu identidad para saber enriquecerse por lo nuevo y mantener los cimientos.
4. Incentivar la independencia espiritual
Finalmente, pero la que considero más importante, la independencia espiritual. Me imagino que si has dado con este post, es porque la formación cristiana te interesa en algún nivel. Suele ocurrir que al salir de nuestra casa, salimos también del «ambiente espiritual» al que estamos acostumbrados. En mi caso, yo fui a un colegio católico y la mayoría de mis amigas creían que era bueno mantener una relación con Dios. Al llegar a España me di cuenta que tener una relación con Dios no es lo más común y que hay personas que no le dan importancia a los temas espirituales. En ambientes así es fácil confundirse y perderse. Vi claro que nuevamente lo que me tocaba hacer era independizarme del medio. Mi vida espiritual no puede depender de en qué país esté o con qué amigos salga, se trata de una opción personal. No se trata (en mi caso) de dejar de vivir en España, si no de saber vivir con Cristo: esforzarse por hacer «huecos» para estar con el Señor, ir a Misa o hacer algún tipo de voluntariado. Lo espiritual es la raíz que sostiene tu vida.
El fondo de la cuestión de la independencia es que cualquiera de ellas (la emocional, la económica, la cultural o la espiritual) exigen un esfuerzo, una previa decisión personal de querer ser una versión de ti mismo. La situación cambia y ahora depende de ti y no de la circunstancias, ser lo que tu quieres ser. Lo que antes te era más natural, más espontáneo y menos escogido (hablar con tus padres diariamente, rezar frecuentemente, las facturas de la luz) ahora tendrás que identificarlo por bueno, escogerlo y tomar la decisiones que te lleven en esa dirección si quieres serlo. En definitiva la independencia es saber darle el mejor uso a nuestra nueva libertad adquirida y no dejar que sean solo las circunstancias las que dicten quienes somos.
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