«This time away» (Este tiempo separados) es un precioso corto escrito y dirigido por la talentosa Magaly Barbe. A medida que nos hacemos adultos, es frecuente que la relación con nuestros padres cambie. Parece que fuera inevitable no encontrarse con algunos o muchos baches. Baches que no pocas veces resultan tan hondos que parecen imposibles de superar.

La historia personal de cada uno dista de ser perfecta, nada en este mundo lo es. Hay heridas profundas que resuenan tanto que los buenos momentos parecer no existir. El dolor y el rencor pueden crecer al punto no solo de volvernos ciegos, sino además, causarnos una suerte de pérdida selectiva de la memoria que ataca a los momentos felices volviéndolos insignificantes.

«Solo recuerdo el dolor», «no puedo pensar en alguna vez haber sido feliz». El misterio de la psicología humana, la fragilidad espiritual propia, muchas veces nos enredan en una serie de nudos y vueltas de los que parece que nunca nos fuéramos a librar. 

«This time away» y la lucha por mantener nuestras relaciones afectivas

En situaciones así, sobre todo con nuestros padres, la lucha por mantener nuestras relaciones afectivas es todo un desafío. Una suerte de contradicción se presenta entre el querer olvidar para poder vivir libremente, el anhelo tan profundo de ser amados incondicionalmente por aquellos que nos dieron la vida, los que comparten nuestra misma sangre y el deseo profundo de verlos felices.

 ¡Qué grande es ese anhelo del amor! Qué duro es aceptar que no te aman como «deberían». Sobre todo si se trata de tus padres, qué frustrante verlos incapaces de ser felices teniéndolo tal vez todo.

Me pongo a pensar un minuto. Tal vez el problema radica no solo en que no te amen, sino en que no te amen como a ti te gustaría que te amasen. Queremos que nos quieran como lo hemos soñado, a nuestra medida, como debería de ser. Y nos olvidamos de considerar los dolores del otro, la propia forma de ser, su historia, en fin.

Aceptar el cariño de un corazón roto

Aceptar el cariño o la forma imperfecta de amar de alguien roto es tan difícil. Ese querer que el otro sea como yo quiero, que me ame como yo quiero. Intuyo que es parte de esa fragilidad humana que quiere tener el control sobre el mundo. Ese querer hacer la realidad a nuestra medida… y no recibirla como nos ha sido dada, buena o mala. 

En una genial manera de contar historias, «This time away» nos abre una ventana a la reconciliación con la historia personal. Nos muestra una forma de amar insospechada. Un camino que necesariamente tiene que pasar por la aceptación y el perdón. 

Las personas solo cambian por decisión propia. Y eso toma un tiempo, es un proceso. Nos podemos pasar la vida pidiendo que alguien cambie, intentando una y otra vez. Pero lo cierto es que a la única persona que podemos hacer cambiar es a nosotros mismos.

Podemos pedir, aconsejar, sugerir, incluso tener la osadía de obligar, pero aún así, la decisión de adoptar una nueva forma de proceder, de crecer como persona, es algo muy particular y corresponde a la libertad y a la intimidad de cada ser humano. Corresponde a un tiempo oportuno, acompañado por la decisión propia.

Entendamos que aceptar y perdonar no significa continuar en lo mismo

Tampoco significa que la historia esté arreglada. Perdonar es un empezar de nuevo, un empezar distinto. Hay momentos en la vida en los que luego de perdonar, para seguir amando (o para empezar a amar) es necesario tomar distancia. Pero una distancia en paz, reconciliada.

Una distancia que perdona y acepta, elegida. Que no solo permita curar nuestras heridas propias, sino también mirar en perspectiva. Reencontrarse con lo bueno y perdonar aquello que nos hace daño. Con el pasado no se puede hacer mucho más que aprender de él, luego hay que dejarlo ir y empezar a vivir el presente. 

El tomar distancia, no significa abandonar. Podemos amar en silencio, desde lo lejos y hacer llegar al otro ese amor sin que el otro se dé cuenta que proviene de uno. Podemos amar utilizando una «mediación». Alguien o algo que lleve ese amor al otro y lo entregue de una forma distinta, incluso mejorada. Podemos tomar distancia para curar nuestras heridas y poder volver fortalecidos para amar mejor.

La distancia y la oración

Tomarse ese tiempo, esa distancia, tiene sus matices. Creo que la oración sincera del uno por el otro es la principal forma de amar a quien no podemos amar de cerca. Podemos hacer tanto bien desde el silencio, utilizando la mediación de otras personas, nuestros amigos celestiales, nuestra Santa Madre María, la mediadora por excelencia, a quien le encargamos su intercesión poderosa en los momentos de mayor dificultad.

Y aun así, esta no es la única forma de amar. El reto está en encontrar manera, tal vez con un invento loco como en el corto, tal vez con un pequeño gesto de amabilidad, tal vez, tantos tal vez. Lo cierto es que amar cura las heridas, las de otros y las nuestras también.

Necesitamos curar nuestras heridas para poder amar mejor. El abandono no es una opción. Darse por vencido, tampoco. Entender que en estas situaciones difíciles, aunque parezca no estamos solos. Siempre aparece Alguien, siempre hubo Alguien que nos acompañó, pacientemente, también en silencio, esperando por nuestra respuesta, por esa decisión final de poder ser felices.

Quién sabe si pronto nos volvamos a querer con los abrazos, las palabras y la compañía.