

Este video es tomado de una entrevista hecha a la hermana Maria Gemma, que pertenece a la Presentación de María, por Christopher West, profesor y teólogo en el Theology of the Body Institute (Instituto de la teología del cuerpo). Nos cuenta un poco de su discernimiento a la vocación religiosa y sobre su relación de intimidad con Jesús.
Creo que es muy importante destacar que cuando nos encontramos profundamente con Jesús, y no solo eso sino, como dice la hermana, cuando en serio lo conocemos, entonces disfrutamos de Él. Se suscita en nosotros una fuerte conversión. Somos nuevas personas en Cristo (2 Corintios 5,17-18).
Intimidad
¿Te imaginas llegar a ese nivel de intimidad con Jesús en donde se comparte su sentir, sus sueños, su querer, su corazón?
Yo creo que llegando a ese punto podemos ser una extensión efectiva de su amor. Ese nivel de intimidad seguro se disfruta, pero también exige. Y seguramente esa exigencia, que yo veo como otra forma de desearle y alcanzarle más, ha de causar miedos.
Dios es muy concreto en sus invitaciones. «¿Quieres que sea tu esposa?» se preguntó la hermana. Al ir asimilando este llamado le surgieron ciertos miedos y la palabra riesgo se hizo presente.
Seguirle… es un riesgo
Para ella seguir su vocación religiosa era un riesgo porque significaba que de nuevo estaba confiando en alguien, que de nuevo se dispondría a amar con intensidad. Pero su pasado le tentaba, le recordaba las veces que otras personas le habían lastimado y traicionado.
Ninguna vocación está exenta de problemas y dificultades. Las personas consagradas a Dios, por el simple hecho de estar consagradas, no tienen ninguna garantía como: ir al cielo, estar felices todo el tiempo, tener una fe desbordante y un amor inaudito.
La hermana lo sabe por eso hace esta pregunta: «¿quieres que sea tu esposa en la cruz?» Es decir, «¿quieres que sea tu esposa sin importar nada, sabiendo que me han lastimado pero que confío en ti, que no hay ninguna garantía sino la posibilidad de estar contigo en las buenas y en las malas?» (1 Pe 4,12).
¡Claro que es un riesgo! Porque elegir a Cristo es un estado de vida que compromete (en cualquier vocación).
Te comparto un comentario al evangelio del P. Juan José Paniagua que habla de diferentes actitudes al seguir a Jesús por si deseas profundizar en este tema.
Compromiso
Seguramente muchas personas consagradas y casadas se han preguntado: ¿Y si no es para siempre?, ¿y si no termina siendo lo mío?, ¿y si no soy feliz?, ¿y si me estoy equivocando…? Y si esto y si aquello.
Para ella, elegir la vocación religiosa se sentía como un salto, un salto de fe a Dios. Pero, descubre que en realidad Él saltó con ella. ¿A dónde? A la vida.
Cito a José María Rodríguez Olaizola en Ignacio de Loyola, nunca solo:
«Si supiésemos todo lo que nos depara la vida no podríamos vivirla. Es mejor así. Ignorar. Esperar. Construir. Soñar y luchar por lo que uno quiere. Apostar sin tener seguros los resultados. Saltar al vacío una y mil veces. Eso es parte de vivir».
El compromiso es retador porque significa, muchas veces, elegir sin el futuro hecho y poner la confianza en otra persona. Lejos de nuestras comodidades y seguridades materiales. Con la única certeza de que Dios nos ama. Pues resulta que solo Dios basta. Es un salto de fe a la vida, con el amor de la mano, Jesús.
¿Cómo das este salto de fe en tu vida? ¿En qué partes de tu vida te falta confiar más en su amor que tiene muchos rostros?
«¿Por qué a mí?»
Aunque nos hayan pisoteado, aunque sintamos vergüenza por nuestras faltas y que somos poca cosa, así como se sentía la hermana María, Dios nunca nos ha dejado de amar. Su amor es ternura como la de una madre (Is 49,15), fiel como la eternidad (Lam 3,22) y grande como la inmensidad misma (Sal 103).
Dios llama porque ama, nos quiere felices y deseó hacernos partícipes en la construcción del reino con su encarnación (Jn 1,14).
Al redimir el vocabulario de la hermana también nos recuerda a nosotros cómo Dios elige, mira y desea.
Para llevar a la oración
Te invito que, así como la hermana experimentó en su oración esta verdad, así busques disfrutarla tú también con la siguiente propuesta de oración.
1. Sé consciente que es la experiencia de sentirse amada por Dios la que le hizo vencer los miedos a la hermana Maria. Al contrario, le llenó de valentía y esperanza.
2. ¿Qué miedos quieres vencer? Imagínate saltando con Jesús al mar de la vida. Trata de ser muy detallista.
3. ¿Cómo es el escenario? ¿A qué vida están saltando? Mientras saltas recuerda que Jesús desea estar contigo. Disfruta de esa cita poética del Cantar de los Cantares y descúbrete amada o amado profundamente por Dios, con todo lo que eres.
Dios desea la totalidad de tu persona, desea amarte y estar contigo como la novia que inspira esta cita del Cantar de los Cantares 4,7-11:
¡Toda eres hermosa, amada mía, y no hay en ti defecto! [8] Ven desde el Líbano, novia mía, ven; baja del Líbano, desciende de la cumbre del Amaná, de la cumbre del Senir y del Hermón, de las cuevas de leones, de los montes de panteras.
Me has robado el corazón, hermana y novia mía; me has robado el corazón con una sola de tus miradas, con una vuelta de tu collar.
¡Qué bellos tus amores, hermana y novia mía; tus amores son mejores que el vino! Y tus aromas mejores que los perfumes.
Un panal que destila son tus labios, tienes, novia mía, miel y leche bajo tu lengua; y la fragancia de tus vestidos es fragancia del Líbano.
Al leer ese hermoso testimonio, senti una oportunidad mas en mi vida, porque siento que talvez no soy digna de poder servile como religiosa por las cosas que hice, el mundo me mostro muchas que sali lastimada, pero cada vez que oro y alabado al amado señor siento gozo y me siento tan amada por el y no quiero salir de esa sintonia porque siento que hay es mi lugar como servile solo a el y pertenecele solo a Él.